Sucede que nos preocupamos mucho cuando experimentamos una pérdida de algo material, y no ocurre lo mismo cuando observamos el sufrimiento de los demás. Con esta apreciación quiero significar la importancia que damos a nuestros propios intereses materiales y lo poco a casi nada a los valores espirituales con respecto a las personas y a sus derechos.
No nos molesta tanto que otros sufran y sus derechos sean pisoteados cuanto nuestras pertenencias y bienes materiales sean dañados o perjudicados. Es la lección que hoy podemos deducir y reflexionar del Evangelio que leemos. Aquellos hombres y aquel pueblo dio más importancia al valor de los cerdos que a la curación y liberación de aquel endemoniado. Es decir, importa más lo crematístico que la vida y salud de aquella persona.
Y eso queremos pedirte, Señor. Danos la sabiduría de poner cada cosa en su lugar y de valorar más la vida de las personas que la de lo puramente material. Danos el conocimiento y sentido común de saber distinguir entre lo material y espiritual, entre el objeto y la persona. Ilumínanos para ver claramente la diferencia entre lo inerte, la materia, llamado a la caducidad, y lo vivo, la vida, que la has creado para vivir eternamente. Enséñanos, Señor, a valorar a la persona humana, creada por tu Amor y semejante a Ti, y a la que has salvado enviando a tu Hijo Predilecto para que, entregando su Vida, liberarla del pecado. Y a las cosas materiales y seres vivos que has puesto para, sometidos al bien de los hombres, sirvieran para su beneficio.
Danos esa sabiduría para, conociendo esa diferencia y ese valor, sepamos darle a cada cosa su lugar y su jerarquía. Pero, sobre todo, sin dejar de mirarte a Ti, Señor del Universo, para vivir en tu Voluntad y actuar según tu Palabra. Con esa esperanza, Señor, te suplicamos nos ilumines dándonos la fortaleza para saber siempre poner a la persona humana por encima de todas las demás cosas según Tú lo has dispuesto.
Danos tu Gracia, Señor, para movidos por ella sepamos actuar según tu Voluntad y administrar todo lo que hemos recibido según Tú has dispuesto. Amén.