Nuestra necedad es grande. Y tan grande que, después de recibirlo todo - la vida, talentos y todo su Amor - le rechazamos, le damos la espalda y hasta le exigimos derechos, tal sucedió con aquel hermano mayor de la parábola. Posiblemente, veamos a ese hermano mayor como un desagradecido, pues la herencia y todo es del padre. ¿Qué derecho tiene él a reprocharle al padre lo que hace con lo suyo?
¡Qué necios somos! Aquellas cinco doncellas necias son una advertencia para que despertemos y nos demos cuenta de nuestra enorme necedad. ¿Es que no nos damos cuenta de la Infinita paciencia que tiene nuestro Padre Dios con cada uno de nosotros? ¿Acaso no advertimos que espera de nosotros que le reconozcamos y consideremos consentir su amor?
Sin lugar a duda, simplemente comprobar la oportunidad que estamos perdiendo en cada momento volviendo la espalda a nuestro Padre Dios es motivo del mayor sufrimiento que podamos tener.
Y cuando nos demos cuenta, el remordimiento y la conciencia de lo que hemos perdido disparatadamente nos volverá loco para toda la eternidad. ¿Podemos entender y darnos cuenta de lo que significa esto? Enséñanos, Padre, a darnos cuenta de tu Infinito Amor y a saber corresponderte. Tú nos lo das gratuitamente hasta el punto de ofrecernos tu Gloria y la Vida Eterna. Amén.