Para ellos, los fariseos, todo se reduce a cumplir. Se cumple la norma y de acuerdo con la ley todo está consumado. No hay más exigencias, pues lo verdaderamente importante es cumplir. Lo demás es relativo y se esconde y pasa por debajo de la mesa. Hacer lo que dice la ley es lo que determina la conducta del hombre.
Y Jesús replica y señala que lo verdaderamente importante sale del corazón del hombre. Lo importante no es tanto el cumplir sino el amar, porque cuando amas no perjudicas ni hieres a los otros, y, es más, tratas de respetarles y cumplir con la ley que regula el bien común y la igualdad entre los hombres.
Por eso, Señor, te pedimos sabiduría y fortaleza para discernir el bien del mal y para afirmar, no tanto el mero cumplimiento, sino el amor que busca el bien del hombre. La ley está para defender y proteger el bien de los hombres, y su cumplimiento debe ser precisamente para eso, no para mi aprovechamiento y para mi lucimiento personal.
No permitas Señor que mi vida se centre simplemente en leyes y normas a cumplir, sino que eso sea el resultado de vivir en el amor, y por amor me esfuerzo en respetar la ley que protege y beneficia al hombre.