Aquel que ora, sirve, porque la oración debe llevarte al servicio. Se ora - se habla con Dios - para imitar a su Hijo, el Mesías enviado, que, precisamente, nos dice que ha venido a servir, no a ser servido. Esa es la actitud que un cristiano y seguidor de Jesús de Nazaret debe tener. Ser servidor de los demás, de manera especial y concreta de los más necesitados.
Quien sirve, ama. Y quien ama es porque ora, pues sin la oración - relación íntima con Dios - tu manera de amar no es ni será la correcta, pues está mediatizada por el pecado y sometida a tu ego personal. Ambas cosas - servicio y amor - van estrechamente unidas. No puede servir quien no es capaz de amar, pues, de ser así terminaría sirviéndose a sí mismo.
Proclamar la Buena Noticia es servir. Ya dijo Jesús que no había venido a ser servido, sino a servir. De modo que, cuando estás en actitud de servicio, estás amando. Y cuando amas estás, no solo cumpliendo la Voluntad de Dios, sino anunciándola. Pidamos, pues, tener un corazón capaz de amar en el servicio a los demás, para anunciar la Buena Noticia desde la humildad, la obediencia y la disponibilidad de servicio a los más desfavorecidos. Amén.