"Despojado de toda distracción y riqueza. Sólo desde la humildad de nuestro corazón, junto a María, llegará nuestra oración al PADRE".
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UN ROSARIO CADA VIERNES
Cada viernes, hora peninsular entre las 09, 30 y 10:30, en Canarias entre las 08:30 y 09:30, aproximadamente, y en cualquier otra parte del mundo la que mejor puedan elegir, nos unimos en el rezo del Rosario (VER AQUÍ) por la unidad de todos los creyentes, por la familia natural, hombre - mujer, por la vida y por la libertad de educación de los hijos.
Desde tu casa, online, desde tu trabajo, desde tu hospital y enfermedad, desde myfeeling, desde todas los colectivos y asociaciones, desde donde quieras que estés, tú también puedes unirte en este clamor al Padre, unidos a María Santisíma, para que el Espíritu Santo nos dé la capacidad y la luz de salvaguardar la vida y los valores morales y naturales que la dignidad de las personas demanda y hemos recibido de nuestro Padre Dios.
Desde tu casa, online, desde tu trabajo, desde tu hospital y enfermedad, desde myfeeling, desde todas los colectivos y asociaciones, desde donde quieras que estés, tú también puedes unirte en este clamor al Padre, unidos a María Santisíma, para que el Espíritu Santo nos dé la capacidad y la luz de salvaguardar la vida y los valores morales y naturales que la dignidad de las personas demanda y hemos recibido de nuestro Padre Dios.
También estamos rezando un rosario cada día que hacemos normalmente en las primeras horas de la mañana aunque a veces, por premuras de tiempo, lo hacemos en otras horas del día. En el icono de la Virgen, debajo del rosario de todos los viernes, puedes encontrar el rosario correspondiente a cada día.
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miércoles, 12 de julio de 2017
miércoles, 20 de julio de 2016
EN CONSTANTE REBELDÍA
Siempre tengo alguna queja. Me resisto a aceptar mi propia tierra. Y esa actitud es la que provoca envidias, odio y criticas negativas que provocan enfrentamientos y lejanías. Quiero la tierra del vecino, los frutos que produce el otro. Quiero todo lo del otro porque no me contento con lo mío. Quiero más y lo mejor.
Y en ese querer me distraigo y olvido de recoger las semillas a la orilla del camino y llevarlas a tierras donde puedan crecer y dar frutos. Y no lucho en las tierras del pedregal dejando que la raíz se seque por la poca profundidad de la tierra. ¿No se puede hacer algo y añadir más tierra? O, abandono y dejo que los abrojos ahoguen la semillas mientras las contemplo con los brazos cruzados. Todo menos aceptar el reto y camino de tu vida con la esperanza de salvarla para la eternidad.
La cuestión es transformar todos esos inhóspitos lugares, que terminaran por matar la semilla buena plantada en mi corazón, en buenas tierras para que bien fertilizadas por el buen Sembrador den los frutos apetecidos y esperados. Y eso lo puedes hacer confiando y poniéndote en Manos del Espíritu Santo que, enviado por el Padre, el Señor nos regala para que nos auxilie y asista en esa lucha constante por el camino de nuestra vida.
Pidamos esa Gracia y pongamos nuestra confianza en la Palabra del Señor, que nos alumbra y describe el camino con sus peligros y tentaciones para que los podamos sortear y, de su Mano, alcanzar la fortaleza y capacidad de transformar la tierra de nuestro corazón en buena tierra que dé los frutos que el buen Sembrador espera.
Danos, Señor, la sabiduría y la paciencia para, aceptando la clase de tierra que me has dado en este mundo, sepa transformarla con tu Gracia en la tierra buena que tu esperas recibir y que yo, por tu Amor y salvación, quiero darte. Amén.
sábado, 12 de septiembre de 2015
TIERRA BUENA O TIERRA MALA
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Ni mi tierra ni mis semillas son buenas. Soy un mal labrador y mis cultivos contaminados por el agua caduca del mundo no fertilizan en frutos buenos. Necesito ponerme en Manos del Buen Labrador, que riegue mi campo con la verdadera agua que dé buenos y abundantes frutos.
Dame, Señor, de esa agua para que mi tierra florezca y germine en frutos buenos. Llena mi vida de buen abono que fertilice todas mis obras y que las revistan de bondad y de amor. Dame también la sabiduría para acercarme a Ti y esforzarme en abrime a tu Gracia.
Fortalece mi débil voluntad y líberame de toda atadura mundana que amenaza contaminar mis frutos. En Ti, Señor, pongo todas mis esperanzas, y a Ti confio todo mi ser, para que guiados por tu Espíritu construya mi vida sobre la Roca Viva de tu Palabra y de tu Amor. Amén.
domingo, 14 de junio de 2015
ABRIR MI CORAZÓN COMO JARDÍN PARA SER CULTIVADO
No puedo permanecer cerrado a la Palabra de Dios, porque de ser así, el alma de mi tierra quedará seca, agosta e infértil, y no dará frutos. Necesito abrir mi corazón para que el jardín de mi alma quede fertilizado por la Palabra del Señor.
Y eso le pido al Señor desde este humilde rincón para orar. Mi oración se convierte hoy en una plegaria de suplica para que el sembrado de mi corazón quede labrado y cultivado de esa buena semilla que fructifique y dé buenos frutos.
Pido al Señor que sea Él mi Labrador y me cultive con su Gracia y su Amor. Y abro mi espíritu a la acción del Espíritu Santo pidiéndole que me dé capacidad, valor, sabiduría, paciencia y esperanza para dejarme trabajar y hundir en mi corazón la azada, a pesar del dolor, que mezcle el estiércol de la miseria de mi vida con la buena tierra de la Gracia, y así poder dar los buenos frutos que el Señor espera de mí.
Sé, Señor, que mis palabras son fáciles, pero experimentarlo y sufrirlo será otra historia. Tú tienes experiencia de eso, has sufrido y desgarrado tu Cuerpo por mis pecados. La mía, mi experiencia es muy pobre y casi inexistente. Te pido perdón porque lo que digo después no lo cumplo. Confío en que Tú, si así es tu Voluntad, me darás la capacidad para soportar lo que consideres necesario para llegar a Ti.
En tus Manos, Dios mío, pongo todas mis esperanzas y me abandono a tu Voluntad.
miércoles, 28 de enero de 2015
MIS FRUTOS NECESITAN TU BENDICIÓN, SEÑOR
Es posible que mi corazón dé frutos buenos. Si hemos sido creados a imagen y semejanza de Dios, nuestro corazón tendrá cosas buenas, pero, por causa del pecado, tenemos sentimientos y deseos egoístas que sólo miran para nosotros y excluyen a los demás.
El hombre hace cosas buenas, pero al final siempre se guardará lo mejor para sí mismo. Es egoísta y no está dispuesto a compartir con los demás. Dará, como máximo, aquello que le sobra o no necesita. El hombre se vuelve huraño y egoísta, y necesita transformar su corazón y limpiarlo de toda malicia y pecado. Por eso, necesitamos al buen Sembrador, que nos siembre buenas semillas y nos dé buena tierra.
Necesitamos ser regados con el agua del Espíritu Santo, para que nuestra semilla de amor fructifique y dé buenos frutos. Necesitamos el riego de la oración. Mucha oración que nos una constantemente al Señor y nos ponga en Manos del Espíritu, para que nuestra tierra, fertilizada por los sacramentos y cultivada por la Eucaristía sea alimentada y fortalecida para dar buena cosecha.
¡Oh, Señor, danos la capacidad de renuncia a nuestras comodidades, apetencias, vicios y apegos, para que, desprendidos de toda atadura, seamos libres para vivir en tu Palabra y cumplir tu Voluntad!
sábado, 20 de septiembre de 2014
¡SEÑOR, ABONA CON TU GRACIA LA TIERRA DE MI CORAZÓN!
Sin el agua de tu Vida y la Gracia de tu Amor, mi tierra, Señor, no dará frutos según tu Palabra. Nunca será tierra buena si Tú, Señor, no hundes tu Muerte de Cruz en mis entrañas. Sólo desde el sacrificio de tu Vida en la Cruz, mi seca, polvorienta y desnutrida tierra podrá dar frutos para Gloria tuya.
Dame, Señor, la fertilidad de no sólo ser tierra buena y fértil, sino capaz de llevar mis semillas fértiles a otras tierras secas, angostas, duras y entre zarzas para que, echando raíces profundas y buenas sean capaz de dar frutos de amor. Amén.
martes, 15 de julio de 2014
CUANDO LA TIERRA SE ENDURECE
Señor, Tú sales todos los días a la siembra, y tu Palabra es sembrada en todos los corazones. ¡Qué buena semilla es tu Palabra! Nos habla de igualdad, de justicia, de fraternidad, de paz y de amor. Nos hermana y nos hace hijos tuyos y hermanos de tu Hijo, por lo que somos coherederos con Él de tu Gloria. No hay dicha mayor, ni regalo, ni más grande ni más hermoso.
Pero, muchos no somos capaces de entenderlo, o de descubrirlo. Nos atrae y nos gusta, pero nos quedamos entre dos aguas. Somos tus discípulos en ciertos momentos, pero no lo somos tanto en otros ciertos momentos. Jugamos a dos cartas, una la de la Iglesia y la piedad, y otra la del mundo, mis intereses y mis satisfacciones. Porque no estamos convencido de tu Palabra. Sí, la entendemos, pero a media...
Quizás estemos, como Corozaín o Betsaida, ciegos y sordos por las luces y ruidos del mundo que nos impide ver y oír tus Testimonios y Palabra. Y nuestra respuesta queda a media, una a Ti y otra al diablo. ¡Y no quiero decir que, relajarse, distraerse y divertirse un poco sea malo! ¡Es más, creo que lo necesitamos!, pero cuando el amor de Dios mora dentro de nosotros, sale y se nota hasta para los ciegos. Pero sobre todo contagia.
Porque se percibe y se huele su paz, su cercanía, su bondad, su aroma de buenas intenciones y de rectitud. El amor huele a amor cuando es verdaderamente amor. Si no desprende ese olor, seguramente es que es un amor disfrazado de apariencias, de mentiras o de cierto tufo de inseguridad y de descompromiso. Es un amor enraizado en tierra dura, seca, donde la raíz no profundiza y muere instalada en la rutina de una vida cómoda, sometida, indiferente y resignada a vivir en la mediocridad hasta la hora de vernos arrojados por el precipicio.
¡Oh Señor, danos la capacidad de abrirnos a tu siembra y dejarnos penetrar hasta la profundidad de nuestro corazón para fecundar, morir a la semilla de tu Palabra y dar frutos según tu Voluntad!
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