No se trata de un tiempo para portarse bien o hacer el bien, y luego otro para hacer lo que me venga en ganas. No, se trata de hacer el bien siempre y a cada instante, sea sábado, domingo o día laboral. El amor no se para ni descansa porque siempre está amando, incluso cuando descansa y duerme.
No puede existir un momento de desamor porque en ese instante rompemos con Dios. Dios es amor eterno y siempre nos ha amado. Nosotros somos seres limitados por el pecado y podemos romper ese amor por nuestras propias debilidades. Por eso necesitamos pedirle al Señor que nos llene de su Gracia y su Amor para poder permanecer en Él y perseverar en el amor.
Madre Santísima, Madre de Dios, permítenos permanecer a tu lado y dejarnos envolver por tu paciencia, tu sencillez, tu fortaleza y tu humildad para disponer nuestro corazón a hacer el bien en cada momento.
Gracias Señor por ese regalo de la Penitencia donde podemos rescatar nuestro amor perdido por nuestros pecados y volver, limpios de soberbia, al camino del amor.
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