Blogueros con el Papa

UN ROSARIO CADA VIERNES

Cada viernes, hora peninsular entre las 09, 30 y 10:30, en Canarias entre las 08:30 y 09:30, aproximadamente, y en cualquier otra parte del mundo la que mejor puedan elegir, nos unimos en el rezo del Rosario (VER AQUÍ) por la unidad de todos los creyentes, por la familia natural, hombre - mujer, por la vida y por la libertad de educación de los hijos.

Desde tu casa, online, desde tu trabajo, desde tu hospital y enfermedad, desde myfeeling, desde todas los colectivos y asociaciones, desde donde quieras que estés, tú también puedes unirte en este clamor al Padre, unidos a María Santisíma, para que el Espíritu Santo nos dé la capacidad y la luz de salvaguardar la vida y los valores morales y naturales que la dignidad de las personas demanda y hemos recibido de nuestro Padre Dios.

También estamos rezando un rosario cada día que hacemos normalmente en las primeras horas de la mañana aunque a veces, por premuras de tiempo, lo hacemos en otras horas del día. En el icono de la Virgen, debajo del rosario de todos los viernes, puedes encontrar el rosario correspondiente a cada día.
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viernes, 28 de abril de 2023

SEÑOR, QUE CADA DÍA SEA UN DÍA NUEVO CARGADO DE GRANDES Y VERDADEROS DESEOS DE AMAR COMO TÚ ME AMAS.

*ORACION: CORAZON NUEVO*

Enséñame, Señor, a vivir el don de cada día, sin otros planes que los tuyos, los de cada día.

Que pueda maravillarme de tu amor cada día. Que el rostro de mi prójimo sea nuevo para mí.

Dame un corazón manso con el sufrimiento  de cada día, fuerte con la lucha  de cada día, amoroso con la oración  de cada día.

Que sepa confiar en Ti Señor, dejando en tus manos el mañana, sin inquietudes ni prisas.

Que cada día estrene tu paz, recibiendo de Ti cada día, salud o enfermedad, éxito o fracaso, progreso o retroceso.

Enséñame, Señor, a vivir el don de cada día. Amén.

Desde mi parroquia, por el párroco
D. Juan Carlos Medina Medina.

domingo, 15 de septiembre de 2019

¿Y TÚ, ESTÁS EN ACTITUD DE BÚSQUEDA?

Resultado de imagen de Lc 15,1-32
Dios ha dado el primer paso, pues Él te ha creado, pero te ha creado libre y ha dejado en ti la iniciativa para abrirte a su búsqueda. Es posible que si no tienes esa actitud o iniciativa no respondas ni te des cuenta de que Él te busca primero. En las parábolas de hoy Jesús nos explicas la necesidad de tener esa actitud. Nos habla del pastor que sale en busca de la oveja perdida y de la mujer que teniendo diez monedas, si le pierde una, no se esfuerza en hacer todo lo posible para buscarla.

Pero, quizás la parábola más significativa y profunda es la que nos muestra el amor del Padre y las actitudes de nosotros sus hijos. Porque, podemos estar encuadrados en ese perfil del hijo menor o del mayor. Serán esas actitudes las que tendremos que buscar en nosotros y reflexionar al respecto. Y para eso, Señor, te pedimos capacidad de discernimiento; sabiduría para encontrar soluciones y, sobre todo, humildad, como la del hijo menor para levantarnos y emprender el regreso a casa. O la paciencia, ternura y comprensión para apagar la ira y la envida en nuestros corazones y no ensoberbecernos como el hijo mayor.

Te pedimos, Señor, un corazón como el del Padre que Tú muy bien nos enseña y nos revela en esa parábola del hijo prodigo o Padre Misericordioso. Queremos sentir como Él y amar como Él. Y reconociendo nuestras limitaciones y pecados acudimos a Ti, Padre Bueno, para que nos conviertas nuestros corazones endurecidos por el pecado, pues con nuestras fuerzas no podremos lograrlo. Amén.

sábado, 6 de julio de 2019

PON, SEÑOR, AMOR EN MI CORAZÓN

Resultado de imagen de Mt 9,14-17
Llena, Señor, mi pobre corazón de verdadero amor, porque está contaminado por el vino viejo de este mundo. Necesito renovarlo y rejuvenecer mis odres viejos para que puedan acoger y recibir el vino nuevo. Un corazón transformado, rejuvenecido para albergar y dar la bienvenida al vino nuevo que da vida y me llena de verdadero amor.

Transforma, Señor, mi corazón viejo en uno nuevo y joven según la buena Noticia que Tú has traído a este mundo. Renueva mis odres viejos corrompidos por este mundo que contaminan el vino de mi vida con el odio y la venganza. Pon amor nuevo, joven y renovado en mi corazón viejo que no termina de transformarse sino en confundirse y atormentarse. Transforma, Señor, mi corazón viejo para que, rejuvenecido pueda acoger ese amor joven y novedoso que Tú, mi Señor, me traes.

Haz, Señor, que, con y por tu Gracia, pueda yo hacer vida en mi vida transformando en vino nuevo todo lo que llega a mi corazón para experimentar el gozo y la paz que trae esa Buena Noticia de Salvación cargada de amor que Tú nos ofrece. Llena, Señor mi pobre corazón de verdadero amor. Amén.

miércoles, 20 de marzo de 2019

CAMBIA MI CORAZÓN, SEÑOR

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Experimento que mi corazón está herido. Y digo esto en cuanto siento que mi manera de pensar es contraria a la que Jesús, el Señor, me plantea hoy. Pero, no es contraria porque así a mí me apetezca, sino porque estoy sometido y esclavizado por el pecado. Mi corazón está enfermo y, a pesar de que quiera cambiar de actitud, me sucede como a los hijos de Zebedeo, quiero ocupar los primeros puestos para mi gloria personal y para satisfacer mis intereses.

Es cuando de una forma muy clara percibo la herida en mi corazón que me produce el pecado. Soy esclavo y no puedo alcanzar la libertad sino por la Gracia de Dios. Mi corazón es ambicioso, altanero, orgulloso y busca altos vuelos y subir más arriba para ser primero y mandar. No tanto pensando en servir sino para ser servido, admirado y hasta glorificado.

Ante esta esclavitud que descubro en mí y que, en muchos momentos no quiero realizar, me experimento impotente y frustrado. Quisiera, Señor, servir, pero me doy cuenta que estoy inclinado a desear y querer que me sirvan. Y eso lo percibo no sólo en mí sino en muchos otros hombres, incluso hasta dentro de tu Iglesia, Señor. Tal como les ocurrió a los hijos de Zebedeo.

Por eso, Señor, yo te pido que cambies y transformes mi corazón. De un corazón egoístas y ambicioso a un corazón humilde, suave, sencillo y bueno. Un corazón fortalecido para luchar en el acontecer de cada día contra esa desmedida ambición de ser primero por poder y gloria. Un corazón abierto a la generosidad y al servicio por amor. No buscando gloria y lisonjas sino el gozo de servir por amor y para gloria del Señor, que es quien me da esa fuerza y espíritu de lucha, de rebeldía contra mis instintos y pasiones egoístas para buscar mi gloria personal.

En esa actitud y deseo, elevo mi corazón y lo pongo en tus Manos, Señor, para que hagas de él un corazón que cada día se vaya pareciendo más al Tuyo. Amén.

sábado, 2 de marzo de 2019

DAME, SEÑOR, UN CORAZÓN DE NIÑO

Resultado de imagen de Mc 10,13-16
Alguna vez he llegado a oír a alguien expresar el deseo de no ser siempre niño. Una queja de haber crecido y no quedarse en esa etapa de la que recuerda ser muy feliz. Una etapa, que hasta en los momentos difíciles mantenían ese corazón tierno, suave, inocente, ilusionado, atento a la escucha y a todas las enseñanzas recibidas de sus padres y de las personas mayores que les aconsejaban y les ensañaban buenas costumbres y cosas nuevas para su bien.

Los niños descubren un corazón abierto a aprender, a obedecer, a recibir y a crecer lo que te enseñan los mayores, de los que ellos se fían que saben más y de los que pueden aprender cosas buenas. Por eso, los niños son acogidos y muy queridos y valorados por nuestro Señor Jesús, hasta el punto que nos los pone de ejemplo y nos reta a ser como niños para entrar en el Reino de los Cielos.

No hace falta mucho esfuerzo para darnos cuenta de la necesidad que tenemos de sostenernos y perseverar con un corazón de niño. No podremos evitar crecer y hacernos mayores, pero, sí podemos mantener nuestros corazones con los mismos sentimientos  y disponibilidades de cuando eramos niños. Es decir, ser confiados, obedientes, disponibles, sencillos, humildes y abiertos a las enseñanzas y Palabra de Dios.

Y eso lo hacemos cuando nuestra vida se conforma y va unida a la Palabra de Dios apoyada en la lectura, meditación y reflexión de cada día. Y, de acuerdo con nuestras posibilidades y medidas vayamos llevando a nuestras vidas esa Palabra  acogida y cultivada en nuestro corazón.

Por eso, en esa clave, te pedimos, Señor, que nuestro corazón humano, herido por el pecado, sea transformado en un corazón de niño. Un corazón tierno, suave, sencillo, inocente, bien intencionado, dócil y abierto como Tú quieres a tu Palabra. Y te lo pedimos abiertos a la acción del Espíritu Santo que llevamos en nosotros desde el día de nuestro bautismo. Amén.

sábado, 18 de agosto de 2018

INDEFENSOS COMO NIÑOS

Resultado de imagen de Mt 19,13-15
La arrogancia y la suficiencia nos juegan malas pasadas. Encienden nuestra soberbia y suficiencia y nos ensoberbecen cegándonos hasta el punto de creernos capaces de bastarnos por nosotros mismos. Sin darnos cuenta hemos dejado endurecer nuestros corazones. El mundo, sus tentaciones y seducciones nos han alejado de Dios y cerrados herméticamente a su Gracia.

No cabe ninguna duda que tendremos que despojarnos y vaciarnos de toda inmundicia y de todo aquello que contamina nuestro corazón, para, limpio y puro, abrirnos a la Gracia de dios y, abajados humildemente, hacernos niños sin concepciones ni derechos adquiridos. Porque, esa es la esencia del ser niño, no han tenido tiempo en sus vidas para creerse con méritos y derechos adquiridos. Están a merced de los demás y de, por supuesto, la Gracia de Dios, que los protege y los cuida.

Todo lo reciben gratuitamente, tanto de sus padres de este mundo, cuando no ocurre lo contrario, y, sobre todo, del Padre del Cielo. Es el Señor quien les abre los brazos y los defiende y los pone como ejemplo. Porque, los niños están abandonados en las Manos del Señor. 

Cuando seamos capaces de comprender que no tenemos méritos ni derechos, sino, que y por la Misericordia de Dios nuestro viejo, sufrido corazón, endurecido y contaminado por las tentaciones y seducciones de este mundo sea transformado en un corazón suave, humilde y abierto a la Gracia de Dios como el de un niño, estaremos en el camino del reino de los cielos.

Pidamos al Padre del Cielo que transforme nuestros corazones viejos y endurecidos por el pecado en unos corazones de niños necesitados del auxilio del Padre. Amén.

miércoles, 8 de febrero de 2017

MI PRIMER PASO: DARME CUENTA DE MI CORAZÓN HERIDO

Sabernos pecadores es reconocernos pobres, enfermos, sometidos, esclavizados, inclinados al mal, débiles, frágiles, llenos de dudas y vacilaciones y, ¡cuántas cosas más! Reconocer la herida profunda que deja el pecado dentro de nosotros es reconocer la necesidad que tenemos de acercarnos a nuestro Padre Dios para, en Él, ser liberados de esa opresión maligna que nos condena y nos pierde.

Necesitamos dar salida a ese grito que nace dentro de nosotros de eternidad. Experimentamos la esperanza de Vida Eterna y en Jesús y su triunfo sobre la muerte, con su Resurrección, encontramos respuesta a todas nuestras esperanza. Y desde este humilde rincón damos salida a ese grito de esperanza y de amor en el Espíritu de Dios.

Y para ello necesitamos curar nuestro corazón enfermo. Un corazón endurecido por la dureza de este mundo y sus egoísmos; un corazón maltrecho por las ambiciones y pasiones que esclavizan, enfrentan y someten; un corazón lleno de vanidades, soberbia y explotaciones. Sí, necesitamos pedirte, Señor, que nos des ese corazón sencillo, humilde, dócil, generoso, servicial y amoroso como el de tu Madre, para, junto a ella, afirmarnos en el camino de del amor y de la paz.

A veces nos sentimos perdidos, confundidos, temerosos y llenos de dudas. Por eso, la compañía de tu Madre, también nuestra Madre, experta y conocedora de todas estas tribulaciones, peligros y dificultades, nos dan seguridad y confianza, y, sobre todo, ánimo y fuerzas.

La prudencia y el sentido común puede ser armas de doble filo. Porque nos podemos autoengañar utilizándolas para justificarnos y abandonar aquello que no vemos claro. Sin apenas discernir y arriesgar lo necesario para ver. Pero, sobre todo, para depositar la confianza en Aquel que nos ama y quiere salvarnos. Amén.

domingo, 18 de septiembre de 2016

¿QUÉ HABITA EN TU CORAZON?



No te engañes. Tú sabes lo que huele en tu corazón y lo que ansías y buscas. Pero también sabes lo que está bien y lo que no lo está. ¿Acaso se te esconde que robar está mal? Pero te gusta y disimulas, y, apegado a tus apetencias y egoísmos, tratas de engañarte y, demagógicamente, convencerte. Intentas justificar lo que es injustificable y distorsionar la realidad. Te auto engañas.

Pero, también es cierto que no puedes cambiar lo que habita dentro de tu corazón. Ese tufo a mal y a egoísmo es superior a tu fuerza. Recuerdas que venimos manchados por el pecado original, y limpiarlo por nosotros mismos no podemos. Necesitamos la Gracia del Bautismo para hacernos una buena limpieza, Pero luego necesitamos tener un mantenimiento y, con los sacramentos, sostener esa limpieza iniciada en el Bautismo.

Jesús no viene para recordarnos simplemente eso, sino para darnos esa Vida de la Gracia que necesitamos para sostenernos limpios. Eso sí, necesitamos encender todas nuestras luces y poner nuestra astucia al cien por cien. No vaya a ser que los hijos de las tinieblas nos engañen y nos pierdan. Y eso pasa por no separarnos del redil. Recuerda cuando Jesús nos habla de la oveja perdida y de la necesidad de estar a buen recaudo en el redil.

La Iglesia es nuestra casa y en ella podemos estar bien protegidos. Eso pasa por injertarnos en la comunidad parroquial, colaborando y participando. Revisa tus cualidades y dones, quizás tienes algunos enterrados que puedas desenterrar y poner a beneficio de todos. Administra bien todo lo que se te ha dado y no guardes nada para ti. Eso es también morir y darte a los demás.

Pidamos esa fuerza y sabiduría para ser astutos en y con la evangelización. Primero la nuestra, la propia, y luego con la de los demás. Porque nadie puede dar lo que no tiene. Amén.

lunes, 18 de enero de 2016

VIDA NUEVA, CORAZÓN NUEVO



Ver las cosas de otra forma no es cosa fácil. Quizás creas que se puede cambiar con cierta facilidad, pero a la hora de llevarla a cabo nos encontramos con dificultades. Un corazón no se transforma de manera fácil, pues apegado y habituado a su forma de pensar y actuar, hacerlo de forma diferente, le cuesta.

Las costumbres se hacen leyes, y eso no es del todo bueno. Porque muchas costumbres, adoptadas en el tiempo, descubrimos que no valen para otros. La experiencia nos lo descubre claramente cuando advertimos que muchas cosas que ahora hacemos con normalidad, en tiempos de nuestros padres eran prohibitivas, y, de infringirlas, arruinabas tu vida.

También nos toca a nosotros discernir lo que quiere decirnos Jesús. Cuando estamos en una fiesta, no es cuestión de pensar en el ayuno. Si bien, es verdad que, terminada esta, empezamos de nuevo la dieta. La vida es un camino de equilibrio, donde se dan excesos, pero también defectos. Lo importante es el criterio del amor. Cuando se ama, se busca el bien, aunque ese bien exija en ese momento renuncia, sacrificio y ayuno o privación.

Ahí debe estar el equilibrio. Una nueva forma de ver la vida. Y eso es lo que te pedimos hoy, Señor. Enséñanos a ver la vida como Tú nos la has enseñado. Danos la sabiduría de entender y de avanzar en crecer en perfección. Buscar lo nuevo, no lo acostumbrado y legislado, porque los tiempos cambia según cambia el corazón del hombre.

Danos un corazón nuevo que renueve toda nuestra vida, para saber amar renunciando a todo aquello que nos impide hacerlo tal y como Tú, Señor, nos ama. Ese es el sentido del verdadero ayuno que Tú quieres indicarnos. No un ayuno de normas establecidas, sino un ayuno que nace en el corazón que ama y se da a los demás.