El árbol no crece si la semilla, primero, no muere. Tendrá que morir la semilla para luego nacer el árbol, crecer, fortalecerse y dar frutos. Observamos que primero está la muerte y luego los frutos. De la misma manera, seguir a Jesús exige, primero, renuncias con todo lo que lleva de sacrificio, servicio, disponibilidad, acogida, aceptación...etc., y todo de forma gratuita y por amor.
Y esa renuncia exige que Jesús esté siempre en primer lugar y sea siempre tu primer objetivo. Seguir a Jesús te exigirá ir, cada día, muriendo a tus proyectos, a tus ambiciones, a tus propias ideas y a tomar, cargarla en tus espaldas - cruz - con paciencia, aceptación y obediencia confiando en su Palabra, en su Misericordia y en su Amor.
Y esa es nuestra mejor oración. Porque, orar no sólo consiste en hablar con Dios, sino también en ir haciendo vida su Palabra con gestos de amor, que se esconden precisamente en el servicio, en la acogida, en la disponibilidad, en el esfuerzo por imitarle sabiéndote pobre, pecador, pequeño y necesitado de su asistencia y auxilio. Sí, Señor, somos consciente de lo difícil que es cargar con nuestra cruz de cada día. Una cruz que nos exige renuncias y sacrificios hasta olvidarnos de nosotros mismos, y sólo nos atrevemos a tratar de seguir adelante porque creemos en tu Palabra y en tu auxilio.
Y confiados en tu Amor y presencia, Señor, te pedimos que nos acompañes y nos des la fuerza, fortaleza, sabiduría y la paz necesaria para, con alegría, ilusión, paciencia y gozo seguir tus pasos dispuestos a ir dejando todo aquello que se interponga en nuestro camino y seguirte. Esa es nuestra intención, nuestro deseo y nuestro objetivo. En tus Manos, Señor, lo ponemos y al Espíritu Santo nos encomendamos, para que fortalecidos en Él podamos seguir tus pasos Dios nuestro. Amén.