Blogueros con el Papa

UN ROSARIO CADA VIERNES

Cada viernes, hora peninsular entre las 09, 30 y 10:30, en Canarias entre las 08:30 y 09:30, aproximadamente, y en cualquier otra parte del mundo la que mejor puedan elegir, nos unimos en el rezo del Rosario (VER AQUÍ) por la unidad de todos los creyentes, por la familia natural, hombre - mujer, por la vida y por la libertad de educación de los hijos.

Desde tu casa, online, desde tu trabajo, desde tu hospital y enfermedad, desde myfeeling, desde todas los colectivos y asociaciones, desde donde quieras que estés, tú también puedes unirte en este clamor al Padre, unidos a María Santisíma, para que el Espíritu Santo nos dé la capacidad y la luz de salvaguardar la vida y los valores morales y naturales que la dignidad de las personas demanda y hemos recibido de nuestro Padre Dios.

También estamos rezando un rosario cada día que hacemos normalmente en las primeras horas de la mañana aunque a veces, por premuras de tiempo, lo hacemos en otras horas del día. En el icono de la Virgen, debajo del rosario de todos los viernes, puedes encontrar el rosario correspondiente a cada día.
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miércoles, 7 de noviembre de 2018

HAY QUE MORIR PARA SEGUIR

Resultado de imagen de Lc 14,25-33
El árbol no crece si la semilla, primero, no muere. Tendrá que morir la semilla para luego nacer el árbol, crecer, fortalecerse y dar frutos. Observamos que primero está la muerte y luego los frutos. De la misma manera, seguir a Jesús exige, primero, renuncias con todo lo que lleva de sacrificio, servicio, disponibilidad, acogida, aceptación...etc., y todo de forma gratuita y por amor.

Y esa renuncia exige que Jesús esté siempre en primer lugar y sea siempre tu primer objetivo. Seguir a Jesús te exigirá ir, cada día, muriendo a tus proyectos, a tus ambiciones, a tus propias ideas y a tomar, cargarla en tus espaldas - cruz - con paciencia, aceptación y obediencia confiando en su Palabra, en su Misericordia y en su Amor. 

Y esa es nuestra mejor oración. Porque, orar no sólo consiste en hablar con Dios, sino también en ir haciendo vida su Palabra con gestos de amor, que se esconden precisamente en el servicio, en la acogida, en la disponibilidad, en el esfuerzo por imitarle sabiéndote pobre, pecador, pequeño y necesitado de su asistencia y auxilio. Sí, Señor, somos consciente de lo difícil que es cargar con nuestra cruz de cada día. Una cruz que nos exige renuncias y sacrificios hasta olvidarnos de nosotros mismos, y sólo nos atrevemos a tratar de seguir adelante porque creemos en tu Palabra y en tu auxilio.

Y confiados en tu Amor y presencia, Señor, te pedimos que nos acompañes y nos des la fuerza, fortaleza, sabiduría y la paz necesaria para, con alegría, ilusión, paciencia y gozo seguir tus pasos dispuestos a ir dejando todo aquello que se interponga en nuestro camino y seguirte. Esa es nuestra intención, nuestro deseo y nuestro objetivo. En tus Manos, Señor, lo ponemos y al Espíritu Santo nos encomendamos, para que fortalecidos en Él podamos seguir tus pasos Dios nuestro. Amén.

jueves, 10 de agosto de 2017

¿QUE SIGNIFICA MORIR?

A veces no entendemos la Palabra de Dios, y, por eso nos resulta extraña o contraria a lo que sentimos. Es verdad que morir a nadie le gusta, pero, también es verdad que, si no nos gusta morir es porque queremos vivir. Y de eso se trata. La vida no se consigue como nosotros pensamos, y menos en el mundo. Todo lo que aquí puedas conseguir no te valdrá para nada, porque al final perderás también la vida.

Eso es lo que nos dice la Palabra de Dios en el Evangelio de hoy: «En verdad, en verdad os digo: si el grano de trigo no cae en tierra y muere, queda él solo; pero si muere, da mucho fruto. El que ama su vida, la pierde; y el que odia su vida en este mundo, la guardará para una vida eterna. Si alguno me sirve, que me siga, y donde yo esté, allí estará también mi servidor. Si alguno me sirve, el Padre le honrará». Es breve, pero muy profunda y muy clara.

Morir significa el esfuerzo constante en olvidarte de ti. Olvidarte de tus éxitos, de tu fama, de tus comodidades, de tus proyectos mundanos, de tu ocio, de tu descanso, de tu vida, para darte en servicio y dedicación a buscar el bien de los demás. ¿Es difícil? Yo diría que imposible. Nuestra naturaleza humana está herida y tentada a buscar todo eso que queremos olvidar y dejar, y se nos hace cuesta arriba. Por eso, solos, olvidate de la batalla. Está perdida.

Necesitamos al Señor, estar a su lado y donde Él está. ¿Dónde está Él, nos preguntamos? Pues en esos que tratamos de servir. Y para eso dejamos nuestro tiempo y todo lo que hemos dicho de dejar antes. Entonces la cosa tiene ya otro sentido y otra esperanza. Y, estando el Señor, nos resultará más fácil y llevadero. Posiblemente, caeremos muchas veces; posiblemente, seremos vencidos por el pecado, pero siempre tendremos la oportunidad de levantarnos y de seguir el camino detrás de Jesús. 

Con Él iremos perfeccionándonos y, por su Gracia, llegaremos a resistirnos y a vencer al pecado. Si, Señor, yo quiero también morir para dar frutos. Esos frutos que Tú esperas de mí.

miércoles, 10 de agosto de 2016

TODO CONSISTE EN MORIR



La cosa es simple, se trata de morir. Y morir es morir. Eso significa que tu vida en este mundo está dispuesta a, no ser la primera, sino a quedarse rezagada pendiente de otras que no puedan avanzar. Es decir, todo consiste en ir al ritmo del que no puede caminar con rapidez o necesita muletas para caminar. Tu misión será entonces servir de muletas.

Y hay muchas clases de muletas. Modernas y más antiguas, pero en definitiva, muletas. Muletas que, sean como sean, son eficaces y viables para ayudar a caminar. Y caminar no es simplemente moverse, sino también avanzar, crecer. No sólo en movilidad y espacios, sino en conocimientos y cercanías. Porque el único camino que vale la pena recorrer y conocer, su peso es Oro Puro y el Gran Tesoro, es el Camino, es la Verdad y es la Vida.

Y las muletas que nos ayudan a recorrerlo son las de aquellos que están dispuesto a dar su vida para ello. Dar tu vida, por y para que sirvan de apoyo a otros y puedan llegar a Jesús es la razón de tu vida, y también la mía. Morir para nacer; morir para vivir; morir para resucitar en gloria por la Misericordia de Dios. Ser gano de trigo para que otros puedan comer y alimentarse.

Porque eso es lo que hace el Señor, nuestro Señor, en cada Eucaristía. Se vuelve alimento espiritual para que tú y yo podamos fortalecernos y transformarnos en camino, en verdad y en vida en Él y por Él. Creamos que en el Señor todo lo podemos. Dejemos que Él, por su Espíritu Santo, nos transforme y nos construya un corazón nuevo. Sólo necesita que lo pongamos en su Mano y le dejemos actuar.

Hágase tu Voluntad, Señor, como hiciste con María, tu Madre. Y danos un corazón humilde, disponible, sencillo, dócil y generoso, para, como Ella, estar dispuesto a morir para servir a los demás. Amén.

jueves, 6 de marzo de 2014

MORIR PARA VIVIR



Si algo hay claro es que todo ser humano desea vivir y ama la vida. Pero una vida gozosa y plena de felicidad. Esa es la meta que todos perseguimos y esa es la propuesta que Jesús nos ofrece. Una propuesta que pasa primero por la aparente muerte terrenal, porque para el creyente la muerte no existe, sólo una transformación de una vida terrena, finita y caduca a una Vida plena y eterna.

Eso nos supone un recorrido terrenal duro, difícil y lleno de obstáculos que nos exigirán renuncias, voluntad y lucha constante. Sabemos que por nuestra cuenta no podemos alcanzarlo. Somos débiles y muy frágiles, y nuestra naturaleza está tocada por el pecado. Pero también sabemos que no estamos solos. 

Jesús nos acompaña y nos da las fuerzas y la Gracia de su Espíritu para que podamos vencer y vencernos a nosotros mismos. En el Espíritu del Señor seremos capaces de dominar nuestros instintos, apegos, esclavitud y liberarnos de todo aquello que nos somete y nos arrastra por el camino del egoísmo y la comodidad.

Danos Señor la Gracia de Tú sabiduría para saber discernir los caminos por donde debemos peregrinar para, junto a Ti, alcanzar la Casa del Padre.

viernes, 9 de agosto de 2013

EN TI DESCANSO, SEÑOR MÍO



Es un alivio y una gran esperanza sabernos llamados a vivir eternamente. Pero no una vida a este estilo, ni siquiera como la vivió Jesús entre nosotros, sino una vida al estilo del Monte Tabor. Una vida gloriosa, sin sufrimientos, sin vejez ni enfermedades, sin hambre y sed. Una vida gozosa en plenitud junto a nuestro Padre del Cielo.

Jesús nos lo enseña en su Gloriosa Resurrección, y en sus apariciones a los apóstoles y discípulos durante los cincuenta días hasta su ascensión. Desde esta esperanza, morir es vivir, y la muerte es esperada en paz y gozo. Mientras, el camino se hace gozo porque la meta es vida nueva, y la cruz final del trayecto. Así contemplado el camino, se recibe fuerzas para recorrerlo y para, junto a los hermanos, vivirlo en gozo y plenitud.

Gracias Señor por esta esperanza; gracias Señor por tu Muerte y Resurrección; gracias Señor por revelarnos con tu Vida la verdadera Vida. Gracias Dios mío por tu aliento y tu fuerzas, y sobre todo, por darle verdadero sentido de esperanza, de dignidad, de gozo y felicidad a esta vida de cruz que deseamos compartir contigo. Ahora experimentamos la salvación de la Cruz. Esa Cruz que Tú has elevado a categoría de salvación y que simboliza nuestra esperanza y nuestra nueva y verdadera Vida.