Nos toca a nosotros ahora. Somos lo que vivimos en estos momentos y los que escuchamos y recibimos el testimonio de los Profetas y evangelizadores de este tiempo. Los hay notables y grandes por la Gracia de Dios. Pero, también los hay pequeños, insignificantes y casi inadvertidos para la multitud y los grandes sabios y personajes de este mundo. Pero, todos, grandes y pequeños son los Profetas y evangelizadores de nuestro tiempo que, por la Gracia de Dios y el auxilio del Espíritu Santo, nos proclaman y anuncia la Palabra de Dios.
Nos preguntamos, ¿cómo los acogemos y cómo respondemos a esa Palabra que recibimos? Porque, esa será nuestra responsabilidad. Y, conociéndonos débiles, pequeños y no dignos de proclamarla, te pedimos, Señor, la sabiduría para, no solo anunciarla en verdad y justicia, sino también vivirla y dar testimonio de lo que anunciamos y proclamamos. Por eso, Señor, queremos, no solo reconocer y venerar a todos aquellos que nos han precedido y que, también ahora, nos anuncian tu Palabra, sino también acoger su anuncio en nuestro corazón esforzándonos en llevarlo a nuestra vida.
Danos, Señor, la fortaleza y la paz para saber acoger tu Palabra a través de los medios y personas que Tú quieres y has elegido para hacérnosla llegar. Y acogerla haciéndola vida en nuestras vidas. Amén.