Señor, calma nuestras impaciencias; que aprendamos, como José, a dejar que las cosas sucedan sin perder el equilibrio, sin bloquearnos por la protesta, sin rechazar al diferente, sin juzgar con dureza.
Danos la sabiduría de José, para pensar bien de la gente, para dejar obrar a Dios, y para apostar por la bondad del otro.
Haznos generosos como María, para darte el sí, para estar disponibles siempre aunque no entendamos.
Ayúdanos a cuidar nuestra familia, a mantener viva la comunicación, a generar ternuras y detalles y a estar atentos a lo que necesita el otro. Amén.
Desde mi parroquia, por el párroco
D. Juan Carlos Medina Medina.
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