Experimento,
Señor, que mi vida se acaba como está escrito. Parece lenta pero pasan los
años casi sin darnos cuenta aunque los veamos pasar. Y así experimentamos ya
cerca la vejez y, con ella, el final. Dame, Señor, la fortaleza, la sabiduría y
la paz de no perder nunca la estrella que me lleva a tu camino.
Ahora que se
acerca tu nacimiento, guíame como a los reyes magos con la estrella de tu
Palabra y tu Espíritu para que nunca me pierda ni sea víctima de las
seducciones y tentaciones de este mundo. Quiero perseverar y permanecer fiel a
tu Palabra no solo de pensamiento y buenas intenciones sino con mis obras y
vida.
Nace, Señor, cada día en mi pobre corazón. Hazlo pesebre de tu Amor y Misericordia, y préndelo del fuego de tu Palabra para que, viviéndola intensamente, la anuncie con mi vida y obras por la acción del Espíritu Santo. Amén.
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