Blogueros con el Papa

UN ROSARIO CADA VIERNES

Cada viernes, hora peninsular entre las 09, 30 y 10:30, en Canarias entre las 08:30 y 09:30, aproximadamente, y en cualquier otra parte del mundo la que mejor puedan elegir, nos unimos en el rezo del Rosario (VER AQUÍ) por la unidad de todos los creyentes, por la familia natural, hombre - mujer, por la vida y por la libertad de educación de los hijos.

Desde tu casa, online, desde tu trabajo, desde tu hospital y enfermedad, desde myfeeling, desde todas los colectivos y asociaciones, desde donde quieras que estés, tú también puedes unirte en este clamor al Padre, unidos a María Santisíma, para que el Espíritu Santo nos dé la capacidad y la luz de salvaguardar la vida y los valores morales y naturales que la dignidad de las personas demanda y hemos recibido de nuestro Padre Dios.

También estamos rezando un rosario cada día que hacemos normalmente en las primeras horas de la mañana aunque a veces, por premuras de tiempo, lo hacemos en otras horas del día. En el icono de la Virgen, debajo del rosario de todos los viernes, puedes encontrar el rosario correspondiente a cada día.
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miércoles, 5 de febrero de 2020

¡SEÑOR,TÚ ERES MI FORTALEZA Y MI VIDA!

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A pesar de mis dudas, de mis pecados y mis fracasos, Señor, tú eres lo más importante de mi vida. Diría más, lo único importante de mi vida y lo que quiero conservar y guardar en lo más profundo de mi corazón. Y seguir tus enseñanzas ayudado por el Espíritu Santo. Señor, confío en Ti. No hay nadie como Tú y, sólo Tú tienes Palabra de Vida Eterna.

Por eso, reitero y me reafirmo en poner mi vida en tus Manos y confiar en tu Palabra. Porque, tu Palabra es coherente con tu Vida y en Ti se ha cumplido la Palabra del Padre. ¿A quien puedo recurrir, Señor, y en quien puedo confiar? Todo lo que el mundo me ofrece y me propone es falso y está apoyado en la mentira y en el egoísmo. Mundo, demonio y carne son los pecados y tentaciones con las que me enfrento cada día y a las que puedo vencer estando unido a Ti.

Sólo Tú, Señor, tienes Palabra de salvación. Nos lo has dejado claro con tu Resurrección y, sin embargo nos cuesta creerlo y, muchos no lo creen, te rechazan y renuncian a aceptar tu Palabra. Y es que renunciar a nuestras apetencias y satisfacciones nos resulta costoso y será imposible sin tu presencia, Señor, y, alejados de Ti el mundo nos tiene en sus Manos.

Danos, Señor, la fortaleza, la sabiduría, la paciencia, la perseverancia, el sosiego y la paz para, desde las entrañas de este mundo no dejar de permanecer a tu lado y de seguirte fielmente creyendo en tu Palabra y enseñanzas y, con la acción del Espíritu Santo, llevarlas a mi vida cada día. Amén.

jueves, 30 de mayo de 2019

ANSIOSOS DE ESTAR CONTIGO, SEÑOR

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Supongo que a los cristianos de hoy nos ocurre lo mismo que los de los primeros siglos, sobre todo, los que estuvieron con Él, sus discípulos más íntimos, los apóstoles. Todos queremos estar con el Señor y que el Señor nos dirija y nos envíe. Él es el Señor y en Él y con Él nuestra fortaleza y disponibilidad nos parece que sería diferente y plena. Sin embargo, Él nos invita a que dentro de poco lo volveremos a ver.

Y esa Palabra de Jesús se cumple, porque todo en Él se cumple. Está con nosotros y aunque eso no nos libre de nuestro propio camino de cruz, sí lo podemos tocar, hablar con Él y sentirnos junto a Él. Se ha quedado en el Sagrario y se hace alimento bajo las especie de pan y vino para fortalecernos, para animarnos, para darnos ánimo y esperanza y para decirnos que pronto estaremos con Él.

No perdamos la esperanza de sentirnos muy cerca de Jesús en cada Eucaristía, hasta el punto de alimentarnos espiritualmente con su Cuerpo y su Sangre. Y tengamos muy presente que podemos visitarle en el Sagrario y pedirle todas nuestras necesidades para sentirle, experimentarle y llenarnos de gozo y alegría. Pero, también tengamos en cuenta que tenemos que tomar nuestra cruz y cruzar el mismo camino que Él ha cruzado. También nos lo ha dicho. 

Por tanto, llenos de alegría y gozo interior sepamos que Jesús nos ha prometido estar con nosotros y su Palabra es Palabra de Vida Eterna. Siempre se cumple. No perdamos la esperanza ni la fe en Él. Pidámosle que nuestra fe aumente; pidámosle que nuestra alegría se sostenga en Él y pidámosle la Gracia que nos dé la fortaleza y la sabiduría de no perderle nunca de vista. Amén.

lunes, 31 de diciembre de 2018

SON LOS HIJOS LOS QUE ACOGEN Y CREEN EN LA PALABRA

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Todos somos hijos de Dios, pero lo que muchos ignoran es que se auto excluyen al rechazar la Palabra y no creer en el Hijo de Dios. Porque, en el principio existía la Palabra y la Palabra estaba con Dios, y la Palabra era Dios. Ella estaba en el principio con Dios. Todo se hizo por ella y sin ella no se hizo nada de cuanto existe. En ella estaba la vida y la vida era la luz de los hombres, y la luz brilla en las tinieblas, y las tinieblas no la vencieron. 

Dios nos ha creado libres para elegir y decidir por nosotros mismos, de modo que, tú puedes decidir tu propia elección: creer o no creer. La Palabra se te dio a conocer, por un hombre, enviado por Dios: se llamaba Juan. Éste vino para un testimonio, para dar testimonio de la luz, para que todos creyeran por Él. No era él la luz, sino quien debía dar testimonio de la luz. La Palabra era la luz verdadera que ilumina a todo hombre que viene a este mundo. En el mundo estaba, y el mundo fue hecho por ella, y el mundo no la conoció. Vino a su casa, y los suyos no la recibieron.

Sin embargo, y aquí viene lo importante, la Palabra no fue acogida y el mundo la rechazó, pero, a pesar de eso, Dios nos da la oportunidad de acogerla y de perdonar nuestro rechazo. Para eso ha enviado a su Hijo, para que muriendo por nosotros nos demuestre el interés de nuestro Padre Dios y nos redima de nuestros pecados y rechazos. Nos lo dice claramente: Pero a todos los que la recibieron les dio poder de hacerse hijos de Dios, a los que creen en su nombre; la cual no nació de sangre, ni de deseo de hombre, sino que nació de Dios. Y la Palabra se hizo carne, y puso su Morada entre nosotros, y hemos contemplado su gloria, gloria que recibe del Padre como Hijo único, lleno de gracia y de verdad.

Ese deseo de la Palabra no es deseo de sangre ni de hombre, sino deseo de Dios. Por ese deseo de amor la Palabra se hizo carne y habitó entre nosotros para mostrarnos la Gloria del Padre en su Hijo único, llenos de Gracia y de Verdad. Amén.