Blogueros con el Papa

UN ROSARIO CADA VIERNES

Cada viernes, hora peninsular entre las 09, 30 y 10:30, en Canarias entre las 08:30 y 09:30, aproximadamente, y en cualquier otra parte del mundo la que mejor puedan elegir, nos unimos en el rezo del Rosario (VER AQUÍ) por la unidad de todos los creyentes, por la familia natural, hombre - mujer, por la vida y por la libertad de educación de los hijos.

Desde tu casa, online, desde tu trabajo, desde tu hospital y enfermedad, desde myfeeling, desde todas los colectivos y asociaciones, desde donde quieras que estés, tú también puedes unirte en este clamor al Padre, unidos a María Santisíma, para que el Espíritu Santo nos dé la capacidad y la luz de salvaguardar la vida y los valores morales y naturales que la dignidad de las personas demanda y hemos recibido de nuestro Padre Dios.

También estamos rezando un rosario cada día que hacemos normalmente en las primeras horas de la mañana aunque a veces, por premuras de tiempo, lo hacemos en otras horas del día. En el icono de la Virgen, debajo del rosario de todos los viernes, puedes encontrar el rosario correspondiente a cada día.
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sábado, 13 de abril de 2019

¿DÓNDE PONGO MI MIRADA?


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También me siento perseguido, Señor, en medio de este mundo hostil a tu Palabra. Un mundo lleno de prejuicios y de mentiras. Un mundo donde prevalece el poder, la productividad, la enconomía, la riqueza y la venganza. Un mundo donde el fuerte, el poderoso y el rico tienen la sartén por el mango para gobernar y dirigir a sus anchas. 

Un mundo que no cree en el amor sino en el poder y la riqueza. Un mundo donde lo importante son los proyectos rentables y productivos que dan riqueza y poder. Un mundo donde las personas están por debajo de los intereses materiales y de creación de riqueza, que producen poder y gloria. Un mundo, Señor, donde tu Palabra no es acogida porque, ante la inmediatez de la gloria y el bienestar, el camino de cruz que Tú propones es rechazado.

Nadie quiere cargar con tu cruz. Se cumple la palabra de Caifás cuando dice: «Vosotros no sabéis nada, ni caéis en la cuenta que os conviene que muera uno solo por el pueblo y no perezca toda la nación».  Y ante esto Jesús no se rebela, sino que acepta voluntariamente, siendo dócil a la Voluntad del Padre, una muerte de cruz para salvar a todos lo hombres. Y entre esos hombres y mujeres de todo el mundo están incluidos tú y yo, porque, también nosotros lo hemos, con nuestros pecados, llevado a la cruz.

Por eso, Señor, te pido con todas mis fuerzas que me ilumines y que me des la fortaleza y la voluntad para aceptar ese camino de cruz que Tú propones y unir a ella, con todas mis fuerzas, mi pobre, pequeña y sencilla cruz de cada día. Una cruz pecadora que suplica humildad para poder ser abrazada y salvada por tu Infinita Misericordia, Señor.

Dame, Señor, te lo suplico desde mi corazón humillado y postrado ante Ti, la paciencia, perseverancia y firmeza para no desfallecer y seguir adelante sin resistencia. Sé que tengo muchos fallos, debilidades y pecados, pero también sé que si has entregado tu vida por mí en esa muerte de Cruz estás dispuesto a perdonarme. Y yo, Señor, quiero aceptar tu perdón y serte fiel. Por eso te pido que llenes mi endurecido corazón de humildad, de fortaleza y voluntad para no desfallecer y seguir tus pasos. Amén.

sábado, 5 de mayo de 2018

PERSEGUIDOS COMO EL MAESTRO

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Desde el momento que decidimos seguir a Jesús tenemos que ser conscientes también de que seremos perseguidos como Él. No estamos en este mundo para disfrutar de él, sino para servirle y dar frutos, y hacerlo mejor. Ya nos lo decía en el Evangelio del miércoles - Jn 15, 1-8- y nos los advierte hoy, porque esos frutos a los que alude Jesús son frutos de verdadero amor y exigen dolor y sufrimientos.

Debemos ser como el árbol que, muerta la semilla, da frutos, y frutos que regala incondicionalmente para que se beneficien todos, desde los pajarillos y animales hasta las personas. Porque, como Jesús nos somos de este mundo y, por eso, seremos perseguidos como lo fue Él. El mundo no conoce a quien le envió y le odia, y de la misma manera también nos odia a nosotros. Eso significa que la cuesta de nuestra vida será bastante empinada y costosa de subir.

Ante este panorama necesitamos permanecer unidos al Señor para así dar frutos. Frutos de amor, de verdadero amor, porque para soportar las dificultades del camino necesitamos la Gracia del Espíritu Santo. Gracia que debemos pedir y a la que debemos abrirnos, permaneciendo atentos y expectantes a su acción. Porque no podemos amar por nuestra cuenta, pues nuestras capacidades y fuerzas no nos dan para más. Nos será imposible dar frutos de verdadero y auténtico amor.

Necesitamos, pues, la fuerza y los dones del Espíritu Santo, para que nuestro corazón se transforme en un corazón como el del Señor. Así podremos realizar las mismas cosas que Él, tal y como el mismo nos lo ha prometido. Tengamos, pues, fe y pidamos al Espíritu Santo que nos dé sus dones para ser fuerte y rebasar el camino contracorriente hasta llegar, de la Mano de María y nuestro Señor, su Hijo, a la Casa del Padre. Amén.

martes, 26 de mayo de 2015

ME CUESTA ELEGIR UN CAMINO DE PERSECUCIONES Y SUFRIMIENTOS



No puedo engañarte Señor. Entre otras cosas porque Tú lo sabes. Claro, me cuesta elegir un camino de persecuciones y sufrimiento. ¿Quién quiere elegir un camino así? Desde que nacemos queremos sentirnos bien. De bebé lloramos cuando tenemos ganas de comer o nos sentimos incómodos o enfermos. Es, el lloro, la única alarma de que disponemos para avisar.

Nadie quiere ser perseguido ni amenazado, y menos sufrir. ¿Y Tú, Señor, nos propone ese camino de pesecuciones como a Ti mismo te ha pasado? No te lo reprocho porque Tú mismo lo has sufrido primero, y lo has aceptado voluntariamente. Pero yo no tengo tu capacidad y, aunque quiero seguirte, me cuesta mucho recorrerlo.

Sin embargo, me sorprende una cosa. Tú no los has pasado por Ti, sino que te has ofrecido voluntariamente a sufrirlo por mí. Eso cambia las cosas. Lo has hecho para aliviarme y para que algún día yo pueda sentirme feliz eternamente. Y eso supone que tenga que hacer lo mismo que Tú. Ahora sí, se me dibuja una sonrisa en mis labios al intuir que el Espíritu Santo me ha ido aclarando las cosas. Hace unos instantes le pedía que me aclarara esto de elegir ser perseguido, y ahora, segundos después creo haberlo entendido.

¡Claro, Señor!, yo no soy mejor que Tu, y tendré que padecer lo mismo que Tú, salvando las distancias, para alcanzar la Resurrección y la Vida Eterna como Tú me has prometido. Ahora sí, Señor. Estoy dispuesto a ser perseguido y a sufrir todo lo que necesite por seguirte y por proclamar tu Evangelio. Ese es el camino verdadero que Tú nos propones.

Y nos promete esa Felicidad Eterna que, sellada dentro de nuestro corazón, buscamos con todas nuestras fuerzas y esperanzas. Danos, Señor, esa Gracia para nunca desfallecer y mantenernos en pie firmes en el Camino. Amén.