Cristo no nos ocultó ese camino de Cruz que el mismo iba a recorrer. Se lo dijo a sus discípulos tratando de que no se despistaran y casi en privado. No quería que le molestasen. Sin embargo, leemos en el Evangelio de Marco - Mc 9,30-37 - que los discípulos estaban en otros menesteres. Posiblemente, lo mismo que nos ocurre hoy, nuestro corazón sigue a Cristo, pero nos preguntamos: ¿Realmente es Cristo el centro de nuestro corazón?
Esa es la pregunta, Señor, que queremos respondernos hoy, y como descubrimos nuestra impotencia, nuestra pobreza y nuestras limitaciones, queremos , humildemente, suplicarte que nos ilumines, nos fortalezca y nos des voluntad y valentía para caminar tras de Ti mirándote y abrazando tu Cruz. Porque, tu Cruz, Señor, es también nuestra cruz, que aunque pequeña y humilde, es la que Tú, que nos conoces y sabes de nuestra capacidad y resistencia, nos has dado.
Queremos llevarla dignamente y con todas la fuerzas de la que somos capaces. Queremos llevarla humildemente y abiertos a la acción del Espíritu Santo. Queremos seguirte entregándote nuestra vida para que Tú, en el Espíritu Santo, disponga de nosotros. Queremos ser fieles a tu Amor y Misericordia y dejarnos modelar por tu Espíritu para, fortalecidos en Ti, soportar con valentía, alegría, gozo y paciencia la cruz que nos lleva a compartirla