Nuestro corazón debe estar vivo y pendiente del gozo que nos espera tras la cruz. Es la Voluntad del Padre que pase primero por la Cruz para luego, tras la Resurrección, vivir eternamente el gozo eterno. Aceptar esto es aceptar nuestra cruz. Porque, ese es el camino que nos propone Jesús. Un camino que transcurre por el Gólgota y termina en el Calvario crucificado en la Cruz.
No cabe duda que nos cuesta entenderlo, pues, viendo a Jesús hacer obras y milagros que desprenden admiración y hacen tanto bien, no podemos imaginar que termine condenado y, menos, crucificado en la Cruz. También a nosotros nos sucede algo parecido, no entendemos por qué tenemos que sufrir y, por supuesto, nos da miedo enfrentarnos sumisos a ese camino crucificado.
Por eso, Señor, postrados a tus pies, te pedimos la fortaleza, la paz y la sabiduría de, si no entender, sí aceptar la Voluntad del Padre. Una Voluntad que pasa por compartir las cruces de mi vida con la Cruz de su Hijo, reconociendo mis debilidades y pecados. Por tanto, Señor, te pido que fortalezcas mi voluntad e ilumines mi entendimiento para que sepa en todo momento aceptar y agarrarme fuertemente a tu Hijo, Camino, Verdad y Vida, para compartir en y con Él mis cruces. Amén.
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