Lo que distingue la ley de la no ley es la verdad o la mentira. Dependiendo del lado que se incline esa ley, será una buena ley o será una ley falsa. Porque, una ley deja de ser ley cuando oculta y esconde la verdad dejando emerger la mentira al querer venderla como verdad. Una ley que tras la apariencia exige su cumplimiento, presentándola como verdad y sometiéndola a todos, no es ley sino imposición obligada que encadena y esclaviza la libertad del hombre.
Hay, hoy en día, muchas leyes injustas, porque, la ley, no siempre cumple con esa función de ser ley, sino que en muchas ocasiones falsean la verdad y la aplica injustamente. El hecho de imponerse como ley no, por tanto, justifica que sea verdad, que sea justa y busque beneficiar al hombre. Jesús lo dejó muy claro aplicándolo a la ley del sábado que los escribas y fariseos habían impuesto. Esas leyes injustas no buscan la verdad ni el bien del hombre. Por tanto, incumplirla no es faltar a la ley sino, todo lo contrario, darle verdadero cumplimiento a la verdad y justicia.
Conscientes de muchas leyes injustas que imperan hoy día, que no buscan el bien del hombre sino intereses partidistas, indiferentes a mejorar la vida del hombre, te pedimos, Señor, que ilumines nuestra mente y llenes nuestro corazón de comprensión y misericordia para establecer leyes que se identifiquen con la verdad, la justicia y el bien del hombre.
Danos, Señor, la sabiduría, la disponibilidad y la fortaleza de buscar el bien y todo aquello que persigue el bien del hombre. Amén.
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