Siempre he oído decir que la fe es un don de Dios y que, por supuesto, hay que pedirla. Por tanto, no depende de nosotros, pero sí dependerá de nuestra actitud de búsqueda, de nuestra insistencia y perseverancia. Es verdad que, por nosotros mismos, no podemos aumentar ni un ápice nuestra fe y que todo es por la Gracia de Dios.
Porque, el insistir y perseverar descubre que tenemos fe. Quien no cree no insiste y, menos persevera. Por el contrario, quien es tenaz y constante está manifestando que tiene esperanza y fe de que su insistencia dé resultado.
Por tanto, insistir y perseverar es tener fe. Y, a quien insiste y persevera, la fe le es dada en abundancia. Al que pide y tiene, le será aumentada, y, al que se cansa, no insiste y abandona, termina por perder la poca fe que tenía.
Por eso, Señor, te pedimos que aumentes nuestra fe y nuestra tenacidad e insistencia no decaiga. Saben que, por nosotros solos nuestra fe es vana, débil, seducida y tentada a desaparecer, pero, contigo, Señor, nuestra fe se hace Roca y Fuerte para resistir todos los embates que este mundo le propone. Gracias, Señor.
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