Es verdad que todos tenemos un corazón lleno de amor, de bastante amor. Y eso es así porque hemos sido creados a imagen y semejanza de Dios. Luego, si Dios lo definimos como "Amor", nosotros, semejantes a Él somos también amor.
Ahora, nuestro amor está contaminado por el pecado y nuestra naturaleza es débil. Por tanto, mientras Dios, nuestro Padre, es Inmutable y Amor Eterno, nosotros podemos pasar del amor al desamor. Y cuando nos ocurre eso sucede que estamos alejados de Dios y más cerca del demonio.
La recomendación es obvia, necesitamos estar cerca del Señor y perseverar en su Palabra y Sacramentos - Reconciliación y Eucaristía - para, sostenidos en Él, quedar fuera del alcance e influencia demoniaca que nos persigue y trata de apartarnos de su presencia. Y, para eso, se hace necesario estar en actitud de búsqueda y de acercamiento a la Perdona de Jesús, para que, desde Él, su Palabra nos fortalezca y nos dé la fuerza y voluntad de seguirle, de escucharle y de conocerle.
Conocerle, cada día de nuestra vida, un poco más hasta el punto de que sea Él quien ocupe el centro de nuestro corazón. Pidamos, pues, la Gracia de que todo en nuestra vida pase a un segundo plano y solo me quede lo necesario para que el Señor Jesús sea el centro y la roca donde nuestra vida se apoye. Amén.
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