Hasta el último momento siempre hay vida. Esa es la palabra que siempre hemos oído y que nos llena de esperanza. Siempre hay esperanza mientras haya vida y siempre habrá una nueva oportunidad de salvación que, el hecho de estar vivo, nos ofrece por el Amor de nuestro Padre Dios. La puerta en el corazón humano la mantiene siempre abierta nuestro Padre Dios. Su Amor es Infinito y su Paciencia Ilimitada.
Por tanto, siempre existe la posibilidad de abrirse en la espera paciente de nuestro "Sí" a su obediencia y a su llamada. La esperanza - repetimos - es lo último que se pierde y esa esperanza está sostenida y mantenida en y por el Amor de nuestro Padre Dios. Siempre, pues, estamos a tiempo de abrirnos a la llamada del Señor, porque, Él nos llama misericordiosamente y pacientemente perdonándonos todos nuestros errores y pecados.
Y, postrados y abandonados a su Infinita Misericordia, queremos, Señor, darte gracias por tu paciencia, por tu llamada y por tu Misericordia, que nos abre tu corazón al perdón de nuestros pecados. Reconocemos, y postrados damos gracias, que sin ella nuestra salvación sería utópica y, por tanto, imposible salvarnos. Estaríamos condenados sin ninguna posibilidad de salvación.
Por tanto, Señor, gracias, y aprovechamos para pedirte fortaleza y perseverancia para no desobedecerte y volvernos atrás y resistirnos siempre al no afirmándonos siempre al "Sí". Amén.
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