Blogueros con el Papa

UN ROSARIO CADA VIERNES

Cada viernes, hora peninsular entre las 09, 30 y 10:30, en Canarias entre las 08:30 y 09:30, aproximadamente, y en cualquier otra parte del mundo la que mejor puedan elegir, nos unimos en el rezo del Rosario (VER AQUÍ) por la unidad de todos los creyentes, por la familia natural, hombre - mujer, por la vida y por la libertad de educación de los hijos.

Desde tu casa, online, desde tu trabajo, desde tu hospital y enfermedad, desde myfeeling, desde todas los colectivos y asociaciones, desde donde quieras que estés, tú también puedes unirte en este clamor al Padre, unidos a María Santisíma, para que el Espíritu Santo nos dé la capacidad y la luz de salvaguardar la vida y los valores morales y naturales que la dignidad de las personas demanda y hemos recibido de nuestro Padre Dios.

También estamos rezando un rosario cada día que hacemos normalmente en las primeras horas de la mañana aunque a veces, por premuras de tiempo, lo hacemos en otras horas del día. En el icono de la Virgen, debajo del rosario de todos los viernes, puedes encontrar el rosario correspondiente a cada día.
Mostrando entradas con la etiqueta Muerte y Resurrección. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta Muerte y Resurrección. Mostrar todas las entradas

sábado, 3 de abril de 2021

EN ESPERA Y SIN PALABRAS

 

 

Nos faltan palabras. Sabemos, por el Evangelio que Jesús Vive y, celebrando su Muerte y Resurrección, hacemos un previo silencio de espera para interiorizar esa esperanza de Resurrección en la que creemos por su Palabra y porque, Él, ha Resucitado. Nos alegra celebrar esa celebración - valga la redundancia - de esperanza de vida. De vida eterna en plenitud. Por tanto, tras la pena de la tristeza y sufrimiento, se esconde la esperanza de la alegría de Vida eterna.

Y no se nos ocurre otra cosa de permanecer en silencio y en oración. Una oración que brota de la profundidad del corazón y que dice:  

Gracias, Padre, por la donación de tu Hijo,
gracias por ese Amor Infinito que nunca llegaré
a comprender.
 
Gracias, porque ofreciéndote a una Muerte de Cruz
has entrega tu Vida para dárnosla a cada uno de
 nosotros.
 
Yo, humildemente, desde mi ignorancia, me abandono
en tus Manos Misericordiosa y lleno de esperanza espero
en confío en tu Palabra.
 
Me alegra y llena de gozo el saber que tu Resurrección
es también la mía, pues, para eso has entregado
tu vida, para hacer la mía
Eterna.
  Amén.    

lunes, 29 de marzo de 2021

LA MUERTE, LA PUERTA DEL CIELO

 

Todos lo sabemos, la único cierto de este mundo es la muerte. Conocemos por nuestros padres el día que nacemos, y tampoco sabemos el día que dejamos este mundo. En algunos casos podemos intuir y darnos cuenta la hora de nuestra muerte, pero, siempre será un interrogante incierto y desconocido. Sin embargo, es la hora más importante, más grandiosa y gloriosa de nuestra vida. Porque, de ella dependerá toda esa felicidad que tanto hemos buscado en nuestro tiempo de vida en este mundo.

Todo dependerá de morir abrazado a las cosas temporales de este mundo, o, morir abrazado a la Cruz de Cristo. Todo dependerá de morir siguiendo los criterios de este mundo, o, morir compartiendo la cruz de mi vida con y en la Cruz de Cristo Jesús. Porque, morir en Cristo es Resucitar. Él ha vencido con su muerte de Cruz al mundo y con su Muerte nos ha salvado también a todos los que abrazamos nuestras muertes injertadas en Él.

Por tanto, a pesar de que estamos amenazados de muerte que, tarde o temprano, tendrá que llegar, no debemos temerla porque, Cristo, el Señor, la ha vencido. Y, muy importante, tampoco debe importarnos nuestras debilidades, miedos y flaquezas, porque, precisamente, así ha querido morir nuestro Señor Jesús, débil, pobre, abandonado y humilde, para demostrarnos y hacernos ver que solo el Amor es el que triunfa, salva y resucita.

Pidamos al Señor que nos dé la fortaleza de saber superar el miedo a reconocernos amenazados de muerte, como sucedió con Lázaro, el amigo de Jesús, y de vivir en la esperanza gozosa de saber que, en y como Él, también resucitaremos. Amén.

sábado, 23 de noviembre de 2019

ME HAS CREADO, SEÑOR, PARA LA VIDA

Resultado de imagen de Lc 20,27-40"
Decimos que Dios es Amor, y esa definición nos clarifica que Dios es Eterno, porque el Amor siempre se mantiene vivo. Dios Ama al mundo que ha creado, porque una cosa creada no puede ser odiada por su creador. Dios Ama al mundo, pero, sobre todo a sus criaturas, el hombre y la mujer, creados a su imagen y semejanza. Y esa semejanza nos hace ser llamados a la eternidad, tal y como lo es Dios.

Sin embargo, antes tenemos un periodo de prueba que se desarrolla a través de nuestra vida por este mundo terrenal. Un mundo al que estamos llamado a superar venciendo al pecado que nos arrastra y nos tienta para apartarnos de la plena felicidad en la eternidad. La idea y noción de eternidad duerme dentro de nuestros corazones y el despertarla dependerá de nosotros. Y lo hacemos cuando y en la medida que abramos nuestros corazones a el anuncio de la Buena Noticia de Salvación.

Hoy, unidos todos los que leamos esta humilde reflexión, pedimos al Padre del Cielo, nuestro Padre Dios, que nos aumente nuestra fe, que nos llene de esperanza y de que creamos en su Palabra de Resurrección, porque, Él ha Resucitado, y con Él también nosotros resucitaremos. Tengamos presente que nos ha prometido que todo lo que le pidamos en Nombre de su Hijo Jesús se nos dará, y le pedimos que nos transforme nuestros corazones en unos corazones mansos y humildes y abiertos a su Palabra. Unos corazones confiados y esperanzados en su Palabra y fieles a sus mandatos.

¡Señor, nos has creado para ti y no descansaremos - siguiendo las palabras de san Agustín - hasta que descansemos en Ti. Porque, tú, Señor, eres nuestro principio y nuestro fin. Porque, nos has hecho para Ti y queremos entregarte esa libertad que nos has dado gratuitamente y sin merecerla, en tus Manos para que Tú, Señor, dispongas de nuestras vidas, sabiendo y confiando que será lo mejor para nosotros. Amén.

lunes, 22 de julio de 2019

EL DOLOR NOS IMPIDE VER LA LUZ


Resultado de imagen de Jn 20,1-2.11-18
Sucede que el dolor de la muerte nos impide ver la luz y permanecemos ciegos y a oscuras. Todo se nubla y nuestro corazón se encoge y queda sumido en el llanto y el dolor. Nos quedamos sin capacidad de reacción y todo se vuelve desesperanza y dolor. Todos tenemos experiencia de esos momentos de sufrimientos y de dolores y que el tiempo nos ayuda a superarlos y a asumirlos.

Sin embargo, no es el caso de nuestro Señor, porque, Jesús ha muerto para demostrarnos que su Padre, para su Gloria, lo va a Resucitar. Su fe y confianza en su Padre es admirable y sólo con una prueba de esa magnitud podemos creerle y darnos cuenta. Y es esa fe la que nos pide a nosotros.

En ese momento glorioso la muerte ha sido vencida y Jesús, por amor y abrazando su Cruz por cada uno de nosotros ha triunfado sobre la muerte. Por lo tanto, la otra forma de mirar la muerte es como la prueba de que Jesús, el Señor, la ha vencido y con ello nos ha salvado también a nosotros de ella. No temamos a la muerte porque es el paso hacia la verdadera Vida. Y Vida Eterna.

Hoy, Señor, te pedimos que nos des esa fortaleza y capacidad para ver el triunfo de la vida sobre la muerte y la gracia para darnos cuenta de esa realidad. Sí, tenemos que sufrir, pero simplemente como una prueba y un paso de nuestra fe para llegar a la Resurrección como el Señor. Una Resurrección que el Señor nos promete si creemos en Él. Esa es nuestra prueba, fiarnos del Señor y creer en Él para Resucitar, por su Misericordia, tal y como nos ha prometido.

Te damos las gracias, Señor, por todo lo recibido y te pedimos que nos des la sabiduría de saber discernir y elegir siempre el camino que Tú nos indica y que realmente nos conviene. Un camino que, aunque con espinas y dificultades, nos ayuda a verificar nuestra fe y a perseverar a pesar de esos obstáculos y adversidades, que las asumimos como necesaria para darnos cuenta de nuestras miserias, de nuestra pequeñez y de nuestros pecados. Son las cruces que nos ayuda a descubrirnos como creyentes y a confirmar que realmente, Señor, queremos seguirte. Aumenta nuestra fe, Señor. Amén.

jueves, 11 de abril de 2019

EL TRIUNFO DE LA VIDA SOBRE LA MUERTE

Imagen relacionada
Hoy estamos alegres y de enhorabuena, porque Tú, Señor, eres la Vida Eterna. Ese es el objetivo, porque ese es nuestro mayor deseo: la Vida Eterna. Y Tú, Señor, nos lo promete. Pero, no ha quedado sólo en promesa, sino que Tú has Resucitado. Son estos días próximos los que vamos a vivir y en los que actualizamos el memorial de su Pasión, Muerte y Resurrección.

Gracias, Señor, por esa hermosa promesa que nos haces: «En verdad, en verdad os digo: si alguno guarda mi Palabra, no verá la muerte jamás» Eso no lo puede decir nadie sino Tú, Señor, porque sólo Tú has vencido a la muerte. Y es esa la máxima opción que anhelamos desde lo más profundo de nuestros corazones. Todos queremos vivir y Tú nos das esa oportunidad.

¿Cómo es posible que la gente, que realmente buscan la vida, no lo creen? Si realmente ese anhelo duerme dentro de nuestro corazón tenemos que despertarlo, porque es real. Tú nos lo has puesto para que te busquemos, porque sólo Tú tienes Palabra de Vida Eterna.

Aumenta nuestra fe, Señor, y ilumina nuestro camino. Queremos vivir eternamente en tu Gloria y queremos seguir tus pasos en el esfuerzo de vivir y cumplir tus mandatos. Queremos vivir en el Espíritu de tu Misericordia, y así como Tú nos ama, queremos nosotros también amar. Ser reflejo tuyo de todo lo que hemos recibido de Ti, porque para eso nos lo has dado. Y lo podemos dar en la medida que descubrimos y tomamos conciencia de tu Amor.

Porque, cuando amo y perdono misericordiosamente estoy reflejándote, pues por tu Amor y tu Misericordia puedo yo también amar y ser misericordiosamente. Amén.

miércoles, 13 de marzo de 2019

¡SEÑOR, ESTOY CANSADO Y SÓLO TÚ RESPONDES A MIS INQUIETUDES!


Resultado de imagen de Lc 11,29-32 por Fano
No quiero seguir buscando porque Tú, Señor, satisfaces mis inquietudes y en Ti descanso. Estoy cansado de buscar en este mundo ciego y perverso que sólo mira para el dinero y la productividad. Estoy cansado de observar y experimentar que los caminos que este mundo me propone son caminos vacíos y de perdición. Por eso, Señor, quiero ponerme en tus Manos para que Tú me lleves por el camino verdadero que conduce a la paz y a la Vida Eterna.

No quiero preguntarte más. Me basta con saber que has entregado tu vida por mí, sin merecerlo, y olvidándote de tu dignidad de ser el Hijo de Dios, te has dejado crucificar en la Cruz. Cruz, ignominia para los pecadores y bandidos, Tú has convertido en Salvación y Gloria para todos los hombres. Desde ese momento glorioso la Cruz es signo de Gloria y Salvación.

Esa es la piedra y el fundamento de mi fe, tu Muerte y Resurrección. Muerte a la que te has entregado, sufriendo ignominias y todo tipo de sufrimientos por mi salvación para darme la oportunidad de encontrar mi reconciliación con mi Padre Dios, por los méritos de tu Pasión, Muerte y Resurrección y ser perdonado y admitido en su Casa. Gracias, Señor, por tu entrega voluntaria y por tu gran Amor y Misericordia.

Por todo ello, no quiero seguir los dictados que mi razón, limitada y pecadora, me exige y quiere ver. Me basta mi confianza en tu Palabra, Señor, y fiarme de lo que Tú me dices cada día en y con tu Palabra y el testimonio de tus apóstoles. Me basta con la santa Madre Iglesia que Tú has dejado para que siga el camino de tu anuncio y evangelización y en apoyo en los hermanos que, fortalecidos en la fe y en la asistencia del Espíritu Santo compartimos tu Palabra confiados en tu Gracia y en tu Misericordia. Amén.

sábado, 31 de marzo de 2018

UNIDOS EN ORACIÓN JUNTO A LA CRUZ


Resultado de imagen de JESÚS MUERE EN LA CRUZ




Soportamos estos momentos de tribulación, de confusión, de desánimo, pero cargados y llenos de esperanza. Creemos en su Palabra y esperamos el triunfo de la Vida sobre la muerte. En esta actitud de unidad y esperanza perseveramos a través de la oración.

domingo, 16 de abril de 2017

LA MUERTE HA SIDO PENETRADA Y VENCIDA

Es el día más grande de nuestra vida, porque en él celebramos la victoria de la Vida sobre la muerte. La muerte ha sido penetrada por la Cruz, pues en ella Jesús, Crucificado y muerto, ha Resucitado. Y eso significa que ha vencido a la muerte. Desde este momento nos ha sido revelado la Vida Eterna, porque resucitamos no para morir de nuevo, sino para vivir eternamente.

Sí, el hombre tiene un destino. No nos dejemos engañar por el mundo, que habla de viaje y no de destino. El destino del hombre es la Vida Eterna. Esa Vida con Mayúscula que nos viene a dar gratuitamente el Hijo de Dios, nuestro Señor Jesús. Esta vida tiene sus días contados, porque su destino no es quedarse aquí. Sería el mayor peligro y la mayor debacle que le pudiera ocurrir al hombre. La misión del hombre es encontrar el único y verdadero camino que conduce a la Vida Eterna, y ese camino es precisamente Xto. Jesús, Camino, Verdad y Vida. Amén.

Pidamos esa Gracia en este gran día de Resurrección, para que también nosotros podamos reunirnos con el Señor el día de nuestra resurrección. Resurrección que nos la ha prometido el Señor si creemos en Él y si guardamos sus mandamientos. Vivamos en ese esfuerzo y en esa actitud de cada día, tratando de esforzarnos en vivir los Sacramentos, sobre todo y de manera especial los de la Penitencia y Eucaristía, con los que renovamos y lavamos nuestros cuerpos de las manchas del pecado.

El Señor ha Resucitado y eso nos llena e inunda de alegría y de esperanza. Porque también nosotros resucitaremos en Él. Con esa esperanza y con esa fe continuamos nuestro camino y cantamos llenos de gozo y de paz el salmo 117, alabando y glorificando al Señor. Amén.

sábado, 16 de julio de 2016

LA AMENAZA DE VIVIR



Cada latido de vida es también una amenaza de muerte. Porque para morir sólo se necesita estar vivo. Sin embargo, la vida que se nos ha dado no ha sido para terminar en la muerte, sino para continuar con vida y vida eterna.

El Señor tuvo primero que morir, es decir, pasar por la muerte para luego Resucitar. Porque sin morir no se puede resucitar. Igual nos ocurrirá a nosotros, moriremos para pasar a la verdadera y única vida, la Vida Eterna. Porque ese es nuestro primero destino del que no podemos perder nuestro billete. Estamos llamados a la Vida Eterna. Pasaremos a otra Vida gloriosa por el Poder y la Misericordia del Padre. Esa es la promesa y Buena Noticia de salvación que nos trae el Señor.

Por eso los cristianos, comprometidos por su Bautismo y auxiliados en el Espíritu Santo, no se paran antes las dificultades y obstáculos que la vida les depara, ni tampoco por las amenazas que los enemigos, empeñados en quitarlos del medio, les declaran y ejecutan. Saben que el Señor está con ellos y será Él quien tendrá la última Palabra. No es la muerte la que tiene la última palabra, y en esa confianza y esperanza, el creyente, camina firme apoyado en la Palabra del Señor, y fortalecido por la acción del Espíritu Santo.

Por todo ello, Señor, te pedimos fortaleza, valor, paz y esperanza para no dejarnos atemorizar ni amedrantar por las amenazas de nuestros enemigos, sino, al contrario, para soportarlas y amarlas como Tú, Señor, desde la Cruz nos has dado testimonio y nos has enseñado. Amén.

domingo, 8 de mayo de 2016

PREDICAR LA RESURRECCIÓN



Si Jesús, que fue crucificado y muerto, ha Resucitado y ha Ascendido al Cielo significa que está Vivo. Y si está Vivo, su Palabra que nunca ha dejado de cumplirse y en Él toda profecía ha tenido cumplimiento, vendrá, como nos ha prometido, a llevarnos con Él. Y eso también significa que nos resucitara a nosotros, los que le esperamos y creemos en Él.

La pregunta flota en el ambiente: ¿Cómo es posible no creer en Jesús? ¿Cómo es posible no seguirle y ponernos en sus Manos para dejarnos amar y salvar por Él? ¿Cómo es posible que la promesa de enviarnos el Paráclito, el Espíritu Santo, no nos anime y nos dé confianza para creer y confiar en Él?

«Así está escrito que Cristo padeciera y resucitara de entre los muertos al tercer día y se predicara en su nombre la conversión para perdón de los pecados a todas las naciones, empezando desde Jerusalén. Vosotros seréis testigos de estas cosas. Mirad, voy a enviar sobre vosotros la Promesa de mi Padre. Por vuestra parte permaneced en la ciudad hasta que seáis revestidos de poder desde lo alto». 

Estamos revestido del poder de lo alto, que celebraremos el próximo domingo, "Pentecostés", y auxiliados por el Espíritu Santo, en nuestro Bautismo, quedamos configurados sacerdotes, profetas y reyes para proclamar la Buena Nueva de Salvación.

Danos, Señor, la sabiduría y la fortaleza de vivir en tu paz, y de abrir, de par en par, nuestros corazones para que la Luz del Espíritu Santo enviado nos derrame tu Gracia y nuestros labios proclamen tu Palabra y nuestros corazones vivan al latido de tu Amor y Misericordia. Amén.

sábado, 26 de marzo de 2016

SU MUERTE TIENE SENTIDO



Sin muerte no puede haber Resurrección. Y Jesús tiene que morir para Resucitar. Pero, además de eso, la Resurrección es la prueba del poder de Dios sobre la muerte, y la prueba y fundamento de nuestra fe. Porque, sólo Aquel que es capaz de vencer a la muerte, será capaz de devolvernos a la Vida, a la verdadera y única Vida Eterna a nosotros también.

De modo que, la Muerte de Jesús es la Gloria de la Victoria y Resurrección que nos dará también a nosotros el triunfo y la Vida. ¿Quién tiene miedo a la muerte ahora? Jesús ha triunfado y esa es nuestra esperanza que hoy sábado meditamos en lo más profundo de nuestro corazón. Saltaremos de júbilo cuando oigamos el grito de alegría de las mujeres que nos anuncia que Jesús nos espera en Galilea.

Seremos los discípulos asombrados y despertados de la resignación y el fracaso como aquellos que de camino, ya derrotados, hacia sus casas encontraron a un caminante que les habló de lo que estaba escrito y tenía que suceder. Y que nos revela su propia Resurrección al partirnos el pan.

No perdamos la esperanza, y, juntos, en este humilde rincón para orar, compartamos nuestras oraciones y sostengamos unidos en este sábado de esperanza. Amén.

Señor, danos la paz, sabiduría y fortaleza para, pacientemente, sostenerme en tu confianza y tu fe, y esperar asido a Ti y cargando mi propia cruz, la hora de tu venida y tu Resurrección. Amén.