Si Jesús, que fue crucificado y muerto, ha Resucitado y ha Ascendido al Cielo significa que está Vivo. Y si está Vivo, su Palabra que nunca ha dejado de cumplirse y en Él toda profecía ha tenido cumplimiento, vendrá, como nos ha prometido, a llevarnos con Él. Y eso también significa que nos resucitara a nosotros, los que le esperamos y creemos en Él.
La pregunta flota en el ambiente: ¿Cómo es posible no creer en Jesús? ¿Cómo es posible no seguirle y ponernos en sus Manos para dejarnos amar y salvar por Él? ¿Cómo es posible que la promesa de enviarnos el Paráclito, el Espíritu Santo, no nos anime y nos dé confianza para creer y confiar en Él?
«Así está escrito que Cristo padeciera y resucitara de entre los muertos al tercer día y se predicara en su nombre la conversión para perdón de los pecados a todas las naciones, empezando desde Jerusalén. Vosotros seréis testigos de estas cosas. Mirad, voy a enviar sobre vosotros la Promesa de mi Padre. Por vuestra parte permaneced en la ciudad hasta que seáis revestidos de poder desde lo alto».
Estamos revestido del poder de lo alto, que celebraremos el próximo domingo, "Pentecostés", y auxiliados por el Espíritu Santo, en nuestro Bautismo, quedamos configurados sacerdotes, profetas y reyes para proclamar la Buena Nueva de Salvación.
Danos, Señor, la sabiduría y la fortaleza de vivir en tu paz, y de abrir, de par en par, nuestros corazones para que la Luz del Espíritu Santo enviado nos derrame tu Gracia y nuestros labios proclamen tu Palabra y nuestros corazones vivan al latido de tu Amor y Misericordia. Amén.
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