Es un privilegio ir acompañado del más sabio de los sabios, el Espíritu de Dios, porque nos enseñará, sin riesgo de error, el camino hacia la Verdad completa. Y no hay mayor privilegio que ese, el estar seguro que el camino será encontrado sin equivocación.
Es la cuña más grande que se puede tener. Tenemos al Paráclito, al Espíritu de Dios para que nos saqué siempre del error y de las dificultades. ¿Se puede tener más ventaja y privilegio? ¡¡Imposible!!
Pero se necesita tomar conciencia de su presencia. No ocurrirá con tu indiferencia y distracción. El Espíritu Santo necesita tu colaboración y tu atención. Necesita que te abras a la acción de su Gracia y que te esfuerces en seguir sus instrucciones y consejos. Y todo lo demás irá llegando por añadidura.
Un Padre Dios bueno que no nos deja solos y que, para que no nos perdamos, nos envía al Espíritu Santo con el fin de que nos enseñe todo lo que no comprendamos todavía hasta llegar al final del camino. Hay muchas cosas que nos harán dudar y que están esperando la oportunidad de atacar en los momentos más débiles de nuestro camino. Por eso, Padre, te pedimos fortaleza, fe y paciencia para soportar esos instantes duros de nuestra vida en los que seremos atacados fuertemente por el demonio, para soportar con firmeza y alegría las adversidades del camino.
Danos un corazón, Padre, tierno, suave, bueno y misericordioso que nos permita abrirnos a todo lo que el Espíritu Santo nos vaya indicando y aconsejando. Danos la capacidad de saber discernir con confianza y fortaleza todo aquello que, desde el corazón, entendamos que debemos hacer para el bien común de todos y anteponerlo a nuestros propios intereses. Amén.
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