Esto no va a parar. La vida en una incesante búsqueda de placer, de pasarlo bien, de buscar satisfacciones y bienestar, de felicidad en último termino. Eso es algo irrenunciable, está inscrito a fuego en nuestro corazón. Pero el camino para encontrarlo es la clave de todo. Llevamos miles de años buscando en el mimso lugar, el mundo, y, por experiencia, sabemos que nuestros antepasados ahí no han encontrado nada. El misterio es que el hombre no aprende y continúa en el mismo error. Al parecer está ciego y rechaza la luz.
Es verdad que hay momentos que lo parece, pero todo termina siempre como espejismos que se evaporan con el tiempo. Nada dura nada. Hoy, Jesús de Nazaret, nuestro Señor e Hijo de Dios Vivo, nos hace una confesión a pregunta de Pedro: En aquel tiempo, Pedro se puso a decir a Jesús: «Ya lo ves, nosotros lo hemos dejado todo y te hemos seguido». Y Él responde: «Yo os aseguro: nadie que haya dejado casa, hermanos, hermanas, madre, padre, hijos o hacienda por mí y por el Evangelio, quedará sin recibir el ciento por uno: ahora en el presente, casas, hermanos, hermanas, madres, hijos y hacienda, con persecuciones; y en el mundo venidero, vida eterna. Pero muchos primeros serán últimos y los últimos, primeros».
Como pueden ver son palabras concisas y breves, pero cargadas de un contenido y profundidad de y con las que podíamos estar hablando toda nuestra vida. No podemos pensar otra cosa, sino que Pedro y todos los demás, y los que ahora les han precedido, caso, por ejemplo del Papa Francisco, nos muestran un rostro alegre y gozoso. Un rostro alegre y gozoso a pesar de todos los sufrimientos, tristezas, dificultades que han tenido que padecer.
¿Es esa la recompensa? Pues, diría que sí, porque en ellas están las claves de nuestra búsqueda, nuestro encuentro con Jesús, nuestro crecimiento en conversión y nuestro seguimiento al Señor. Su propio camino, que Él experimentó y sufrió, entregado voluntariamente, para redención de los pecados de cada uno de nosotros. Y en ese encuentro y búsqueda, y en la medida que se produce, nuestro gozo y ciento por uno es impagable y maravilloso. Es la experiencia de todos los santos, porque es el camino de la verdadera felicidad.
Por eso, Señor, sin más dilaciones ni demoras, te pedimos esa sabiduría y esa fortaleza para, confiando en tus Palabras, sigamos sin titubeos ni desconfianzas tus consejos y promesas. Danos, Señor, la fe y la voluntad de seguirte con paso firme a pesar de mis desfallecimientos, tropezones y fracasos. Amén.
1 comentario:
Esta reflexión me viene como enviada especialmente por el Señor, en este momento que llevo pequeñas cruces cotidianas que muchas veces me cansan, pero que como dice también el Papa Francisco son indispensables y sobre todo el llevarlas con alegría, si no, algo no va acorde al sr cristiano. Gracias
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