Decimos que Dios es Amor, y esa definición nos clarifica que Dios es Eterno, porque el Amor siempre se mantiene vivo. Dios Ama al mundo que ha creado, porque una cosa creada no puede ser odiada por su creador. Dios Ama al mundo, pero, sobre todo a sus criaturas, el hombre y la mujer, creados a su imagen y semejanza. Y esa semejanza nos hace ser llamados a la eternidad, tal y como lo es Dios.
Sin embargo, antes tenemos un periodo de prueba que se desarrolla a través de nuestra vida por este mundo terrenal. Un mundo al que estamos llamado a superar venciendo al pecado que nos arrastra y nos tienta para apartarnos de la plena felicidad en la eternidad. La idea y noción de eternidad duerme dentro de nuestros corazones y el despertarla dependerá de nosotros. Y lo hacemos cuando y en la medida que abramos nuestros corazones a el anuncio de la Buena Noticia de Salvación.
Hoy, unidos todos los que leamos esta humilde reflexión, pedimos al Padre del Cielo, nuestro Padre Dios, que nos aumente nuestra fe, que nos llene de esperanza y de que creamos en su Palabra de Resurrección, porque, Él ha Resucitado, y con Él también nosotros resucitaremos. Tengamos presente que nos ha prometido que todo lo que le pidamos en Nombre de su Hijo Jesús se nos dará, y le pedimos que nos transforme nuestros corazones en unos corazones mansos y humildes y abiertos a su Palabra. Unos corazones confiados y esperanzados en su Palabra y fieles a sus mandatos.
¡Señor, nos has creado para ti y no descansaremos - siguiendo las palabras de san Agustín - hasta que descansemos en Ti. Porque, tú, Señor, eres nuestro principio y nuestro fin. Porque, nos has hecho para Ti y queremos entregarte esa libertad que nos has dado gratuitamente y sin merecerla, en tus Manos para que Tú, Señor, dispongas de nuestras vidas, sabiendo y confiando que será lo mejor para nosotros. Amén.
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