Es una gran responsabilidad la
administración de los talentos que he recibido gratuitamente de Manos del
Señor. Porque, de la misma forma que se me han dado tendré yo también que
darlos. Sería aprovecharme por mi parte y comportarme de forma egoísta utilizar
solo para mí lo que he recibido gratuitamente para derramarlo en bien de todos.
Porque, ese es el encargo que me han dado, amar. Y se ama cuando, no sólo se
manifiesta con palabras, sino cuando también se demuestra con obras. Y las
obras se esconden en los talentos que he recibido.
Pero, la pregunta que se me plantea es, ¿a
quién o a quienes tengo o debo ayudar? Por sentido común deberá tener prioridad
aquellos que han recibido poco o casi nada. Es decir, a los pobres, marginados
y excluidos. A los que están carentes de muchas cosas porque se han equivocado
o porque han dilapidado mal lo que han recibido o porque han recibido poco.
Pero, eso sí, aquellos que han aprendido de sus errores y confiesan y se
arrepienten de sus pecados. Porque, siempre se necesitará tu colaboración.
Y eso es así porque es la única manera de
desarrollar y cultivar esa semilla de amor sembrada en mi corazón. El sol y el
agua necesario para que esa semilla crezca y dé frutos serán mis compromisos de
amor en despojarme de mis bienes recibido gratuitamente y ponerlos en favor de
los demás. Si nos damos cuenta y lo miramos desde esta perspectiva descubrimos
que es un regalo inmenso para probarnos y para darnos la oportunidad de
sacrificarnos y experimentar el único y verdadero amor. El tener hijos va en
esa dirección, son regalos para desarrollar y dar todo ese amor que llevamos
dentro.
De otra manera no sabría ni tendría
posibilidad de administrarlos y gastarlos en el bien de los otros. Pero, ¿qué
otros?, me repito de nuevo. Pues, los más pobres, los que poco o nada han
recibido. Es decir, los ignorantes, los más débiles, los excluidos e incluso
los engreídos, los suficiente, los más fuertes y poderosos...etc. Todos son
pobres, si bien, los nombrados primeros, es decir, los carente de todo, los
marginados, los ignorantes y excluidos son los preferidos por el Señor. El problema de los otros es que se rebelan y se
cierran a la acción del Espíritu Santo y nuestro testimonio de amor les puede
ayudar. Demos gracias a Dios y pidámosle la Gracia necesaria para saber nosotros
administrar los talentos recibidos. Amén.
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