No cabe duda que nuestro corazón está apegado a las riquezas y bienes de este mundo. Eso significa y representa una esclavitud y encadenamiento a las cosas de este mundo. No sólo a las riquezas y bienes, sino también a las pasiones, apetencias y placeres con las que este mundo nos seduce. Ante esta realidad conviene liberarse de tanto apego y despojarse de todo lo que te somete y esclaviza. Porque, todo lo que te impide amar te esclaviza.
El Banquete, al que te invita Jesús hoy, lleva esa intención. Es decir, trata de liberarte de todo aquello que incide en tu corazón de carne y te seduce esclavizándote y apartándote de la Verdad y de la Vida. Concretamente, dicho en otras palabras, de Jesús, que es, precisamente, el Camino, la Verdad y la Vida. Y eso es lo que quiero yo ahora, Señor, pedirte. Quiero aceptar tu invitación y dejar atrás todo lo que el mundo me ofrece y quiere que acepte proponiéndote un lugar secundario dentro de mi corazón.
No, Señor, me niego a apartarte para un lado dentro de mí, y quiero, despojando toda riqueza mundana, ponerte en el centro de mi corazón. Tú eres lo primero en mi vida y, por Ti, quiero amar a los demás como Tú lo haces también conmigo. Y es que cuando trato de esforzarme en parecerme a Ti, y lo logro por tu Gracia, experimento esa felicidad que verdaderamente busco. Gracias, Señor, y acepto tu invitación abriendo mi corazón a tu Palabra y a tu Amor. Amén.
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