Todo en esta vida se reduce a encontrarte, Señor. Saber que puerta tengo que abrir para seguirte es descubrir el Tesoro que todos buscamos en este camino de nuestra vida. El problema es obviar que hay muchas puertas en este mundo. Puertas que seducen y que son muy atractivas aparentemente a los ojos del mundo, en el que también estamos nosotros. Y hay que vencerlo.
Por lo tanto, buscar la verdadera Puerta, que eres Tú, Señor, no es tan fácil, porque nuestra humanidad está herida, tocada y ciega, y el demonio acecha para desviarnos, confundirnos y equivocarnos de puerta. Necesitamos luz y acompañamiento. Ya, desde el día de nuestro Bautismo, recibimos al Espíritu Santo, que nos acompaña y nos guía. Y en Él queremos apoyarnos para, con su asistencia y consejos, encontrarte, Señor, y seguirte sin pérdida ni equivocación.
Eso te pedimos en este humilde espacio de oración. Luz y buen discernimiento en el Espíritu Santo, para caminar seguro y escuchar sólo tu Voz. Saber distinguirla de todas esas voces que tratan de confundirnos y de ofrecernos pastos, aparentemente verdes y apetitosos, pero que pronto son destruidos por las llamas del vacío y el sin sentido. Pastos verdes por afuera, pero huecos y podridos por dentro. Pastos que destruyen y aniquila nuestra esperanza y nuestra vida.
¡Señor!, queremos oír solamente tu voz y a ella obedecer rápidamente. Queremos seguirte sólo a Ti, porque Tú eres el Pastor verdadero de nuestra vida y el que entra por la verdadera puerta de nuestro particular redil de nuestro corazón, y el que nos da la Vida, verdadera Vida en abundancia.
Te pedimos que nos fortalezca y nos dé sabiduría para saber escucharte y también seguirte. Porque contigo, Señor, estamos seguros y confiados, pues Tú, Señor, eres nuestra verdadera Puerta y Pastor. Amén.