A nadie le amarga un dulce, ni a caballo regalado se le miran los dientes. Son refranes que algunas veces hemos oído en el refranero popular y que experimentamos que coinciden con la realidad. Es bueno pedir y recibir, sobre todo, y así se entiende, cosas buenas.
El hecho de pedir nos tranquiliza y nos fortalece, pero cuando se trata de pedir a un padre, todo es diferente. Porque sabemos que un padre nos atiende siempre. Al menos eso es lo que esperamos todos. Pero, todavía es más diferente, cuando ese Padre es Dios. En Él confiamos y sabemos que somos escuchados.
Pero, más todavía, sabemos que ese Padre lo puede todo, y todo nos lo puede dar. Sucede, sin embargo, que, como buen Padre, quiere lo mejor para nosotros, y evitará darnos lo que no nos conviene, a pesar de que nosotros no lo entendamos. Ocurre que podemos creer que no nos escucha, porque no vemos que nos ha dado lo que hemos pedido.
Posiblemente, eso que tú y yo pedimos no sabemos si es lo que nos conviene, aunque nosotros estemos convencidos que sí. Más tarde, en el tiempo, vemos más claro y nos damos cuenta que aquello hubiese sido malo. Por eso confiamos en Él, porque no solo nos da lo que necesitamos, sino que evita darnos cosas malas que nos pierdan.
Gracias, Señor, por sentir tu Gracia y tu ayuda, a pesar de en algunos momentos no entender tus respuestas o silencios. Gracias, Señor, por estar ahí, por ser mi esperanza y por sostener mi caminar de cada día. Gracias, Señor, por esperar confiadamente el momento de mi partida y vivir con gozo ese momento glorioso de estar en tu presencia y conocerte tan directo que ya no me haga falta la fe de creer en Ti.
Gracias Señor porque espero confiado en tu Palabra que el momento de mi muerte sea el momento más glorioso de mi vida. Pues a él me dirijo y camino abandonado en tu brazos. Dame la sabiduría y la ocasión de verlo llegar. Amén.
2 comentarios:
"Me respondiste cada vez que te invoqué y aumentaste la fuerza de mi alma".
Si, Padre porque Tu das cosas buenas a aquellos que te las piden.
Por eso, enséñame a pedir para que cuando yo te invoque, también mi alma sea fortalecida.
Yo se que para Ti no hay imposibles, pero también se que por mas que te lo pida, no me darás cosas que no sean buenas para mi.
Cuantas veces hemos sentido que Dios no escucha nuestra oración porque no recibimos lo que le pedimos? Olvidamos que El solo da cosas buenas, será Señor que cuando no recibo lo que pido, es porque no estoy pidiendo cosas buenas?
Nos aferramos tanto a nuestro querer... cuantas veces hemos pedido por la recuperación de la salud de alguien y esto no se da? Será que en la enfermedad, finalmente encontraremos nuestra alma fortalecida?
Enséñame a pedirte Señor mio, enséñame a pedirte conforme a Tu voluntad, enséñame a pedir cosas buenas para mi santidad y la de quienes me rodean.
"Pidan y se les dará; busquen y encontrarán; llamen y se les abrirá.
Porque todo el que pide, recibe; el que busca, encuentra; y al que llama, se le abrirá".
Quizás muchas cosas que nos suceden, y que son causa de nuestro actuar, se vuelven, por la Gracia de Dios, una buena oportunidad para encontrarnos con Él.
Dios, nuestro Padre, siempre está presto y atento a transformar los acontecimientos de nuestra vida en situaciones favorables que nos ayuden a encontrarlo, y, por supuesto, que nos sirvan para nuestra salvación.
Como Buen Padre quiere lo mejor para cada uno de nosotros.
Un fuerte abrazo en Xto. Jesús.
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