Pides una prueba, y dada esta, posiblemente no dirás: "Señor mío y Dios mío", como hizo Tomás, sino que pedirás otra, o justificarás algún impedimento. Lo que tú quieres es que se haga todo tal cual tú lo deseas y entiendes. Es decir, que se haga tu voluntad.
El Señor será una caja mágica que actuará según a ti te vaya apeteciendo. Y así no lo ha querido Dios. Porque de ser así dejaría de ser Dios. La Voluntad de Dios es la que Él ha querido y ha dispuesto. Tanto nos quiere que no nos ha dejado desasistidos, sino que hemos recibido lo suficiente para, con nuestro discernimiento, llegar hasta Él.
Además, sabiendo nuestras limitaciones y debilidades, nuestro Padre Dios ha enviado al Espíritu Santo para asistirnos y fortalecernos en los momentos de tribulación y de dificultades. Se hace necesario, como decimos en el Padre nuestro, que se haga la Voluntad de Dios, y no la nuestra.
Por eso, Señor, te pedimos que nos ilumines y nos des la sabiduría de discernir y encontrar respuesta a nuestros interrogantes, para confiando en Ti seamos dóciles a tu Palabra y abramos nuestro corazón para que en él germine la semilla de la fe. Amén.
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