No hay mayor viaje que el que tenemos reservado para ir al Cielo. Porque, en ese lugar la vida es plena y eterna. Nos lo ha dicho el Señor que se ha ido a prepararnos un sitio. Hoy, en el Evangelio de Juan, no lo recuerda y nos llena de esperanza y alegría. Porque, su Palabra es Palabra de Vida Eterna.
Nos dice también que, preparado el sitio, volverá para llevarnos con Él. No se puede decir más claro ni con más compromiso. El Señor nos ofrece la salvación, el triunfo sobre la muerte y la Vida Eterna. Él ya lo ha hecho, ha vencido la muerte y ha Resucitado. Nosotros lo haremos también en Él, porque, Él, nos lo dice, es el Camino, la Verdad y la Vida.
No desfallezcamos y tengamos plena confianza en sus Palabras. El Señor no miente y habla en Verdad. Su Palabra tiene verdadero cumplimiento y en ella estamos esperanzados y confiados. Ella, su Palabra, da esperanza y confianza a nuestra vida, y en ella soportamos todas las adversidades y contratiempos que la vida nos va presentando. En ella encontramos fortaleza y paciencia para soportar las inclemencias del tiempo y superar las tentaciones que este mundo nos presenta y con las que nos quiere seducir.
Pensemos en la gloria y felicidad que nos espera. Pensemos que lo que nos propone Jesús, el Señor, es la mejor opción de felicidad a la que aspiramos. No hay otro camino, y todo lo que el mundo nos propone está apoyado en el engaño y en la apariencia. Son espejismo de felicidad que con la misma velocidad que se presentan, desaparecen.
Pidamos fortaleza, equilibrio, tenacidad, paciencia, perseverancia y, sobre todo, sabiduría, humildad y paz, para encajar todos los golpes que la vida nos va presentando y con los que, el Maligno, quiere que desfallezcamos y abandonemos. Confiemos en la Palabra del Señor y tengamos plena confianza en Él a pesar de la dureza que el camino nos presenta. Nunca olvidemos que Él es el Camino, la Verdad y la Vida. Amén.
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