Velad, pues, porque no sabéis ni el día ni la hora». Esta es la realidad. Sabemos
que llegará el día, y también la hora, pero no sabemos cuándo, ni dónde ni
cómo. Y eso trae un mensaje muy claro: Hay que estar preparado y vigilante. Y
la única y mejor preparación es tener la alcuza llena del verdadero aceite. El
aceite de la Vida de la Gracia; el aceite sacramental de los sacramentos, en
especial el de la Eucaristía; el arma de la relación con el Señor, la oración,
a través de la cual estamos en contacto con Él en cada instante. Y todo eso
para vivir en el amor de cada día. Un amor que se hace compromiso en los
hermanos, con los hermanos y para los hermanos.
Pero, nosotros, seres pecadores y limitados, sólo podemos poner y entregar lo que se nos ha regalado, es decir, la libertad de decidir y la voluntad de llevarlo a la práctica. Todo lo demás lo hará la Gracia del Señor en el Espíritu Santo. Y eso es lo que pedimos hoy a través de este pequeño y humilde rincón de oración. Pedimos, Padre, que nos des la sabiduría, la capacidad y la fortaleza de mantener siempre nuestra alcuza llena de aceite.
Ese aceite que nos mantiene limpios, puros, disponibles, entregados, humildes, amorosos y serviciales para con todos los hombres, por la Gracia de Dios. Un aceite que no nos falte nunca y cuando decidas venir en nuestra búsqueda podamos recibirte con las lámparas de nuestros corazones bien encendidas hasta que Tú decidas abrirnos la puerta de tu morada.
Sabemos que no nos basta con sólo pedir, sino que Tú esperas también de nosotros que pongamos en acción todos nuestros talentos recibidos. Y en ello está no despistarnos y tener la suficiente aceite para el día y la hora señalado, tener el sagrario de nuestro humilde corazón repostado del verdadero aceite que nos mantiene nuestro corazón encendido para recibirte. Ayúdanos, Señor, a conservar nuestros corazones libres de la necedad de este mundo, que nos seduce y nos distrae dejando nuestra vida en la oscuridad de la perdición. Amén.
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