¡Qué difícil es vivir y tratarnos como hermanos, Señor! A veces, nos consideramos mucho mejores que los demás, miramos por encima del hombro, buscamos los primeros puestos, nos sentimos mal cuando percibimos que otros son más considerados.
Nos encerramos en nosotros mismos, por complejos absurdos, por miedo a que otros descubran nuestras carencias y fallos.
Señor, dame humildad, para aceptarme y presentarme tal y como soy, con mis luces y sombras, con mis capacidades y limitaciones.
Dame humildad para reconocer también la bondad de los demás, para tratar a todos como hermanos, nunca como competidores. Como Tú y Contigo. Amén.
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