Señor, dame un corazón lleno de sabiduría, como el corazón de María, que sepa elegir la justicia y la bondad; un corazón enamorado, como el corazón de María, que te ame a ti con toda el alma; un corazón generoso, como el corazón de María, que sepa renunciar a todo, para tenerte y disfrutarte a Ti.
Haz que valore cada vez más la riqueza incalculable de tu amor, un amor fiel, siempre a nuestro lado, un amor que no se detiene ante nuestros pecados, un amor más fuerte que la muerte, un amor que nadie como tu Madre conoce.
Señor, que descubra que sólo desde un corazón desprendido llegaré a poner mi confianza en ti, como la puso tu Madre.
Haz, al fin, Señor, que al igual que María, Tú seas mi única riqueza, mi único tesoro; mi única savia, mi única vida; mi sustento y alimento; mi bien y mi alegría. Amén.
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