"Despojado de toda distracción y riqueza. Sólo desde la humildad de nuestro corazón, junto a María, llegará nuestra oración al PADRE".
Eres libre y por tanto, el Espíritu Santo, no podrá romper ni quebrantar tu libertad. Así que, ¡no hay otra alternativa que darle permiso y abrirte a su acción! Sin tu permiso nada puede hacer, de modo que Dios te ha creado sin pedirte permiso, por su propia Voluntad amorosa, pero, no compartirá su Gloria sin tu permiso.
Esa es la gran responsabilidad de nuestra libertad y lo maravillosa y grande que es, porque, en ella y por ella podemos alcanzar ese gran Tesoro de la Vida Eterna en plenitud de gozo y felicidad.
Hoy, lo tenemos muy claro, Señor. Se trata de pedirte que nos ayude, por medio de tu Espíritu, a abrir nuestro corazón amortajado, encorsetado, esclavizado y sometido, por el pecado, a todas estas seducciones y tentaciones que el mundo nos presenta y que, nuestra naturaleza, herida por el pecado, se experimenta atraída, sometida y esclavizada.
Por eso, Señor, consciente de mis debilidades, de mi fragilidad y mis pecados, levanto mi alma hacia Ti para suplicarte que abras mi corazón y lo llenes de la Gracia del Espíritu Santo, para, con y por Él, poder sostenerme ante las seducciones y tentaciones que el mundo y su príncipe me presentan. Amén.
María dijo esta frase: Hágase en mí según tu Palabra, y se abrió a la Palabra del Señor haciéndose su esclava y sierva. Esa misma posibilidad sucede contigo y conmigo.
Se nos ha dado la libertad para elegir abrir nuestra corazón a la Palabra de Dios y dejar que nos convierta y nos fortalezca para cumplir y hacer su Voluntad, y, también, somos totalmente libres para optar por darle la espalda a Dios y hacer nuestra voluntad y no la que Él nos propone. Porque, si somos libres, Dios, nuestro Padre no nos obliga. Se ata sus Manos ante nuestra libertad.
Y, también podemos hablar de una tercera posibilidad. La tibieza de los propios creyentes, que, creyendo y, hasta incluso practicando, se mantiene acomodados, instalados y situados en una disyuntiva de hacer y no hacer, o de hacer, según me comprometa o no, dependiendo de lo que me exija dar y darme. En resumen, no abiertos incondicionalmente, sino con condiciones. Y ya sabemos lo que dice Jesús de esas actitudes. No valen ni sirven para seguirle.
De cualquier forma, lo verdaderamente importante - según mi humilde opinión - es abrirnos a la acción del Espíritu Santo, que ha bajado sobre nosotros en la hora de nuestro bautismo, y dejarnos conducir por Él, poniendo simultáneamente de nuestra parte todo lo que hemos recibido gratuitamente al servicio de los demás. Y, una de las cosas, la primera, por la que debemos empezar es hablar y decir la verdad. Poner la verdad en conocimiento de todo el pueblo según la Voluntad de Dios. Amén.
Dios nos ha dado esa capacidad por la cual podemos decidir y elegir. Por eso, somos libres para acogerle, aceptarle y, también, para rechazarle. De modo que, seguirle o no será una decisión mía, que Dios me respeta sin imponérmela ni exigírmela. Deja todo a nuestro libre albedrío.
Ahora, Jesús, el Hijo, que conoce la Voluntad del Padre y sabe lo que nos ama y el bien que quiere para todos sus hijos, es el enviado a proponérnosla, y nos anuncia esa Buena Noticia de Salvación que nos viene a dar eso que todos, muchos sin saberlo, buscan en otro lugar o por caminos equivocados. De modo que, solo siguiéndole podremos alcanzar esa felicidad que tanto perseguimos, buscamos y queremos.
Jesús sabe que en el mundo no la vamos a encontrar, y nos ha creado para que la encontremos y seamos felices. Y eso pasa por encontrarnos con Él. Por eso nos lo anuncia y nos lo proclama. Pero, tampoco nos esconde las dificultades y obstáculos. Hoy, precisamente en el Evangelio, nos aclara de qué manera tenemos que seguirle. Porque, no podemos seguirle de cualquier manera. Se necesita algunas condiciones.
No podemos ir tras sus pasos con la mochila cargadas de seducciones y ambiciones mundanas. Necesitamos vaciarla y, vaciarla, valga la redundancia, de todo aquello que nos impida encontrarnos y seguir al Señor. Y, nos aclara también que esa exigencia no la podemos sostener sin su Gracia. Por eso, Señor, aprovechamos este rincón de oración para pedirte esa Gracia tan necesaria para seguirte. Una Gracia que nos llene de fortaleza, sabiduría y fe para sostener el ritmo de tus pasos y la voluntad de vivir en tu Palabra y Voluntad. Amén.