Uno de los errores en los que podemos caer con mucha
facilidad y frecuencia es el de creernos superiores a los demás, sobre todo a
aquellos que están alejados de la Iglesia o, incluso, a los que no creen en
Dios. No somos nosotros mejores porque lo digamos o porque estemos bautizados
con respecto a los que no lo están, o porque seamos practicantes frecuentes en los
sacramentos de la Iglesia.
Porque, no se trata de aparentar y de manifestar, sino
de ser y hacer la Voluntad de Aquel en quien se cree. Es decir, de Dios nuestro
Padre. Y, lo primero, es considerarnos humildemente pecadores, indignos de la
Misericordia de Dios y de vivir en el esfuerzo y la actitud de responder a esa
voluntad de considerarnos sus hijos. Es decir, creer y vivir, por la fe, en el
amor y la verdad según su Palabra.
Y, dándonos cuenta de nuestras debilidades y pecados,
reconocemos nuestra fragilidad y nuestra condición pecadora para, postrados
ante el Señor, rogarle y suplicarle el don de la fe para, creyendo en Él, ser
libre y vivir en libertad en la Verdad. Porque, sólo la Verdad me hará libre.
Por todo ello, te pedimos Padre del Cielo que nos des la sabiduría, la
fortaleza y la paz para, desde nuestra voluntad actuar libremente por amor en
ayudar y servir a los demás. Porque, en eso consiste precisamente ser libre.
Danos, Señor, la luz y la voluntad para apartar de
nosotros todo aquello que pueda esclavizarnos, dominarnos e impedirnos actuar
con verdadera libertad en la verdad y justicia. Y ser fieles a cumplir
y vivir en verdad y justicia, porque no podemos desear para otros lo que no
deseamos para nosotros. Ni, tampoco, no cumplir nosotros lo que deseamos que
otros cumplan. Amén.
No hay comentarios:
Publicar un comentario