Poco me vale ambicionar las cosas del mundo. El peligro es que la vida se nos va sin darnos cuenta, y si nos dejamos adormecer por las cosas que nos apetece, nos seducen y nos satisfacen de inmediato, corremos el peligro de caer en sus brazos y perdernos irremediablemente. El antídoto consiste en sostenernos cerca de la Palabra de Jesús, seguirla y de pararnos para reflexionarla. En esa reflexión, seria y comprometida, encontraremos espacios para sacudirnos los espejismos que el mundo aparentemente nos ofrece y afrontarlos con equilibrio, libertad y garantía de poder someterlos a la moderación y a la verdad.
Salir de esta presión y de esta esclavitud solo lo puedo conseguir desde una íntima unión con el Señor y en la disponibilidad a la acción del Espíritu Santo. Sólo desde una mirada apoyada en el que viene de arriba y que conoce todo, podemos encontrar el camino y la salida de evitar caer en la red del príncipe de este mundo y su red de trampas que nos lleven a la perdición. Por eso, es de suma importancia perseverar en la mirada del Señor y estar íntimamente unido a Él.
Él está por encima de todo y solo en Él puedo conseguir la libertad y la felicidad que todos buscamos. Aprovecho esta oportunidad para pedirte, Señor, el valor y la fuerza para, no estar tan preocupado por los peligros y dificultades, más que por permanecer unido a Ti y seguir fiel a tu Palabra, porque, de ella conseguirá las fuerza y la sabiduría para sortearla y superarla. Amén.
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