María dijo esta frase: Hágase en mí según tu Palabra, y se abrió a la Palabra del Señor haciéndose su esclava y sierva. Esa misma posibilidad sucede contigo y conmigo.
Se nos ha dado la libertad para elegir abrir nuestra corazón a la Palabra de Dios y dejar que nos convierta y nos fortalezca para cumplir y hacer su Voluntad, y, también, somos totalmente libres para optar por darle la espalda a Dios y hacer nuestra voluntad y no la que Él nos propone. Porque, si somos libres, Dios, nuestro Padre no nos obliga. Se ata sus Manos ante nuestra libertad.
Y, también podemos hablar de una tercera posibilidad. La tibieza de los propios creyentes, que, creyendo y, hasta incluso practicando, se mantiene acomodados, instalados y situados en una disyuntiva de hacer y no hacer, o de hacer, según me comprometa o no, dependiendo de lo que me exija dar y darme. En resumen, no abiertos incondicionalmente, sino con condiciones. Y ya sabemos lo que dice Jesús de esas actitudes. No valen ni sirven para seguirle.
De cualquier forma, lo verdaderamente importante - según mi humilde opinión - es abrirnos a la acción del Espíritu Santo, que ha bajado sobre nosotros en la hora de nuestro bautismo, y dejarnos conducir por Él, poniendo simultáneamente de nuestra parte todo lo que hemos recibido gratuitamente al servicio de los demás. Y, una de las cosas, la primera, por la que debemos empezar es hablar y decir la verdad. Poner la verdad en conocimiento de todo el pueblo según la Voluntad de Dios. Amén.
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