Se nos escapan las palabras, aunque no siempre salen del corazón. Estamos pronto a criticar y a profesar palabras de críticas y desprecio a la acción de los demás. Es, muchas veces, de manera espontánea, la critica a la actitud de otras personas, sobre todo cuando son fieles, coherentes y comprometidas con su fe. Algo así como si nos diera envidia por no atrevernos nosotros a hacer lo mismo.
Y, quizás, no nos damos cuenta de que podemos influir negativamente en ellas paralizándolas e impidiendo que se muestren tal como son y fieles a lo que creen. Muchos cristianos esconden su fe por miedo a que se rían y les ridiculicen. Incluso que les tachen de locos. Es una tentación y un peligro que está en la calle y que sucedió con Jesús y sucede también hoy con sus seguidores.
Por eso, Señor, consciente de esa tentación que está a flor de labios en nuestra lengua, te pedimos que cierres nuestros oídos a toda murmuración y guardes nuestra lengua de toda maledicencia. Que solo permanezcan en mí esos pensamientos buenos que bendigan, desalojando los malos que maldicen y separan. Haz, Señor, que se refleje en mí - tu humilde siervo - tu bondad para que todos mis actos de cada día sean reflejo de los tuyos.
Sabiendo, Señor, que mi petición será escuchada por Ti, confío en tu Misericordia y tu Gracia, para que mis oídos y lengua sean refrenados y convertidos a manifestar bondad y amor para mejorar a los demás y ayudarles a crecer en verdad y justicia. Amén.
No hay comentarios:
Publicar un comentario