Experimentas que tu palabra tiene criterio y es respetada - admirada - cuando hablas en verdad y cumplimiento. Es decir, lo que dices se corresponde con tu vida y se hace realidad en tu diario vivir. De ahí nace la autoridad, de la medida con la tu vida se entrega al servicio y disponibilidad con los demás por hacer el bien. Es decir, al final hablamos de lo mismo, del amor.
Por tanto, consciente de que mi vida está muy por debajo de esa realidad y de que mi palabra no siempre concuerda con mi vida, quiero pedirte hoy, Señor, que me infundas la sabiduría, la voluntad y la fortaleza de acomodar los actos de mi vida con los de mis palabras y, siempre, de acuerdos con tu Voluntad. Te lo suplico con todas mis fuerzas y desde lo más profundo de mi corazón.
Te doy gracias de antemano, porque, sé y confío que Tú me escuchas y me das tu ayuda, pues esa es tu Voluntad. Pero, también me doy cuenta que, Tú quieres mi participación en la tarea del amor y necesitas mi disponibilidad y mi entrega. Necesitas que yo abra mi corazón a la acción de tu Espíritu y deje que - Él - actúe en mí. Es decir, necesitas mi libertad que Tú previamente, cuando me has creado, me la has regalado.
Yo, Señor, me comprometo a eso, a entregarte mi libertad y dejar que el Espíritu Santo me vaya transformando, pero, consciente de mi debilidad y pecados, te pido que me asistas, me auxilies y fortalezca para que persevere y no abandone. Amén.
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