Nuestra vida está cargada de sábados y cumplimientos. Sábados que metafóricamente someten al hombre a su servicio y al servicio de los legisladores. La ley ya no se distingue por ser un bien para la persona sino por una atadura que le somete y se le antepone con, incluso, amenaza de castigo. Sin darnos cuenta nuestra vida está cargada de sábados de cumplimientos que terminan por esclavizarnos.
Pidamos al Señor esa liberación de estar sometidos a las leyes y cumplimientos que, como el sábado, nos esclavizan anteponiendo los intereses materiales a los espirituales que, realmente, son los que benefician al hombre.
Sepamos tener una visión amplia y profunda de la intencionalidad de nuestros actos y del verdadero sentido de nuestro obrar y sentir, porque, las leyes no solo se aplican por su literalidad, sino por la verdadera intencionalidad de su espíritu. Es la bien intencionalidad del corazón la que hace nuestro obrar bueno, incluso a pesar de que por nuestras limitaciones y errores no sea lo suficiente y necesario.
Pidamos al Señor la Gracia de tener siempre, desde lo más profundo de nuestro corazón, una buena y recta intencionalidad de hacer y actuar siempre en beneficio de la persona. Porque, es ella, precisamente, la que Dios ha puesto como centro del universo y todo lo demás, incluso el sábado, en función de ella. Amén.
No hay comentarios:
Publicar un comentario