Dedicas, Señor, cada instante de tu vida a aliviar y sanar las enfermedades y dolencias de los demás. Estás pendiente a socorrer a los que se acercan a Ti y buscas también el tiempo para visitar otros lugares y anunciarles esa Buena Noticia que traes para el mundo. Una Buena Noticia de Salvación y Vida Eterna que nos libera de la esclavitud del pecado devolviéndonos la dignidad perdida de hijos de Dios.
Pero, también, Señor, aprendemos de Ti el tiempo que dedicas a relacionarte con tu Padre, y como te apartas de los ruidos y distracciones para, en el silencio de tu corazón, buscar esa oración - diálogo - con tu Padre y seguir su Voluntad. Danos, Señor, esa sabiduría de estar constantemente en relación con nuestro Padre Dios a través de Ti que nos llevas a Él.
Gracias, Señor, por ese pecado que Tú perdonas y expulsa de nuestros corazones. Te damos gracias, Señor, y te pedimos la Gracia de tu Espíritu para que nuestra vida sea una imitación de la Tuya. Porque, es precisamente eso lo que deseamos y queremos, Señor, ser, como Tú y, por tu Gracia, alivio y sanación para otros, en y por tu Nombre.
Sanación de, a pesar del dolor de nuestras cruces, sabernos liberados de nuestros pecados y llamados a vivir eternamente en gozo y felicidad. Por eso, Señor, sabiendo y reconociendo nuestras limitaciones, nuestra pequeñez y dificultades, levantamos nuestra mirada hacia Ti para suplicarte fortaleza y voluntad de seguirte e imitarte. Amén.