Dame, Espíritu Santo, un corazón nuevo que se abra a tus mandatos, a tus impulsos, a tus soplos y a tu sí firme y decidido. Dame, Espíritu Santo sabiduría, fortaleza y voluntad firme para tomar las decisiones que Tú me envías y me revelas. Dame, Espíritu Santo, el don de consejo y de entendimiento, para tener capacidad para discernir y tomar siempre las decisiones que van de acuerdo con las tuyas.
Gracias, Señor, por María, la Madre del sí firme y decidido; la Madre que con su resolución abrió el camino de la Redención y de la Misericordia para todos los hombres. Gracias, Espíritu Santo, porque con tu presencia y participación, María concibió en su seno al Verbo encarnado para que, hecho Hombre, y, a pesar de su condición divina, no hizo alarde de su condición de Dios, sino que se despojó de su rango tomando la condición de esclavo y pasando por un hombre cualquiera.
Te pido, Señor, que yo también, asistido por el Espíritu Santo, sea capaz de tomar esa condición de esclavo para servir a los hombres. Servirlos por amor buscando el bien de todos y olvidándome de mí. Dame, Señor, esa disponibilidad que tuvo tu Madre para que yo también pueda sostenerme en el sí firme como respuesta a tu llamada y a tu amor misericordioso.
Pongo en tus Manos, Espíritu Santo, toda mi vida. Una vida instalada, difícil y apegada a tantas esclavitudes que intentan alejarme de Ti, Señor. Fortalece, Espíritu de Dios, mi vida y dame tus dones para hacerme fuerte y firme contra todas mis debilidades y pecados. Renueva mi corazón y transformalo en un corazón nuevo capaz de servir y amar y, sobre todo, creer.
Creer, Señor, en tu Palabra y serte fiel en todo momento de mi vida y en cualquier situación donde me encuentre, para, por tu promesa, alcanzar la Vida Eterna. Amén.
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