Señor, ¿cómo fue tu primera caída? Caíste por primera vez identificado, solidario, con cada uno de nosotros.
Nos enseñaste que tu pasión era recorrido no por un "superhombre" que todo lo puede, sino por el amor que se hace debilidad. Nos enseñaste, Señor, que tu fuerza se realiza en la pequeñez; que son bienaventurados los que se levantan y no quedan derrotados por las dificultades del camino.
Tu primera caída, Señor, es para nosotros
comunidad, el reconocer que "cuando somos débiles entonces somos fuertes", porque confiamos, como tú, más en el amor del Padre que en nuestras propias fuerzas, que nos fallan tantas veces en el camino de la vida. Amén.
Desde mi parroquia, por el párroco
D. Juan Carlos Medina Mediba.
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