Nos pregunta si realmente creemos en Dios. Y mucha gente afirma que si, pero, ¿nos preguntamos quien es ese Dios en el que decimos creer? Porque, suele suceder que muchos creen, pero no se nota esa fe ni se ve traducida en obras en la realidad de la vida de cada día. Es una fe de palabra que no se corresponde con la realidad. Algo así sucede en el Evangelio de hoy, dicen ser hijos de Abrahan, pero luego hacen según sus tradiciones mostrándose indiferentes a la Palabra que proclama Jesús, el Hijo de Dios.
Y es también lo que sucede en los tiempos que vivimos. Hablamos de fe, de creencias, de libertad y de todo lo que se nos interpela, pero, ¿realmente nuestra vida es coherente con eso que decimos? No se nota, y la prueba es que hay muchas leyes que se aprueban contrarias a la verdad. El aborto y la eutanasia, ¿dónde están los cristianos, que han dado ese poder legislativo a esos que ahora las aprueban? Porque, cuando has dejado de emitir tu voto, o se los has dado a esos partidos que aprueban esas leyes, nos hacemos cómplice de sus actos.
Pidamos perdón y abrámonos a la misericordia de Dios reconociendo nuestros pecados y nuestras esclavitudes. Porque, el pecado nos esclaviza y nos quita nuestra libertad de decidir en verdad y justicia. Jesús es nuestro Camino, también nuestra Verdad y nuestra Vida. Creamos en su Palabra y sigamos sus pasos en la escucha y acción - asistidos por el Espíritu Santo - Señor y dador de Vida.