Señor, a pesar de confesar mi fe y creer en Ti, mi fe se tambalea y se confunde entre lo real y lo imaginario. No sé exactamente distinguir la fe de la realidad. Hay titubeos e incertidumbre en mi fe, y experimento que sólo Tú, Señor, puedes infundirla en mi corazón y aumentarla.
Sí estoy seguro que hubiese ido al sepulcro a verte, movido por mi curiosidad y mi fe en Ti de que algo tendría que ocurrir. No me imagino verte vencido por la muerte. Tú, que habías multiplicado los panes y los peces; Tú que habías resucitado al hijo de la viuda de Naín, al hijo de Jairo y a tu amigo Lázaro. Tú, Señor, que abriste los ojos del ciego Bartomeo y sanaste a enfermos y paralíticos.
Sí, Señor, hubiese ido porque esperaba, aunque no te entendiera, algo de Ti. Eso me dice mi corazón hoy a tantos años de distancia, y eso afirma mi fe y me fortalece. Sí, Señor, a pesar de mis dudas y de mis pecados, creo en Ti Señor y espero cada día tu Resurrección en mi corazón.
Muéveme Señor a crecer en fe en Ti y a esforzarme cada día en vivir tu estilo de vida. Dame fuerza y valentía para que mis palabras tengan eco en mi vida y den testimonio de Ti. Amén.
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