Tengo que darte las gracias Señor porque tu Amor es Inmenso, Infinito, pues no se puede hacer más de lo que Tú has hecho por los hombres. Te has quedado, después de entregar tu vida, esperando en el Sagrario por cada uno de nosotros. Allí, vivo, bajo la especie de pan permaneces pacientemente esperando mi visita. ¡Y cuantas veces te he dejado plantado! Se me cae la cara de vergüenza.
Gracias Señor porque, ¡por fin he comprendido la necesidad de tu cercanía y de tu Gracia!, y quiero abrir mi corazón para aceptarla, recibirla y guardarla para que nunca salga de mí. Y para que me dé las fuerzas necesarias para nunca separarme de Ti, aunque vengan, que sé que han de venir, noches oscuras que me impidan verte y seguirte.
Dame Señor esa luz que guíe mi camino sin pérdida y sin confusión a pesar de los obstáculos y las encrucijadas del camino y de los peligros que acechan en su trayecto. Lléname de paciencia para esperar siempre en Ti como Tú, Señor, esperas de mí, pues siendo yo indigno de Ti, Tú, Señor, me das la dignidad de ser tu hijo.
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