No cabe ninguna duda que tenemos ventaja a los apóstoles y discípulos de Jesús, pues mientras ellos no se habían enterado de la promesa de la Resurrección sus esperanzas no eran las mismas que las que hoy tenemos nosotros. Ellos se sintieron derrotados y algunos emprendieron el camino de regreso a su vida anterior, y otros, asustados, permanecían escondidos y atemorizados.
Hoy nos puede esta pasando lo mismo. Muchos somos indiferentes a actualizar esta vivencia y esperanza de Resurrección, otros ni se enteran de qué va la celebración, y algunos pocos tratamos de vivenciar, vivir y actualizar la esperanza de que resucitaremos victoriosos para una vida gloriosa y eterna junto al Señor.
Hoy pedimos para que todos despertemos a la fe y a la esperanza de encontrar lo que buscamos. Y todos buscamos la felicidad eterna en plenitud. Y sabemos por propia experiencia que este mundo nos la ofrece adulterada, falseada y aparente, porque la realidad vivida en nuestra propia carne es otra.
Por eso, consciente de que sólo Tú Señor nos das Vida Eterna y gloriosa, ponemos nuestra vida en tus Manos y nos confiamos a tu Palabra y Amor. Amén.
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