Blogueros con el Papa

UN ROSARIO CADA VIERNES

Cada viernes, hora peninsular entre las 09, 30 y 10:30, en Canarias entre las 08:30 y 09:30, aproximadamente, y en cualquier otra parte del mundo la que mejor puedan elegir, nos unimos en el rezo del Rosario (VER AQUÍ) por la unidad de todos los creyentes, por la familia natural, hombre - mujer, por la vida y por la libertad de educación de los hijos.

Desde tu casa, online, desde tu trabajo, desde tu hospital y enfermedad, desde myfeeling, desde todas los colectivos y asociaciones, desde donde quieras que estés, tú también puedes unirte en este clamor al Padre, unidos a María Santisíma, para que el Espíritu Santo nos dé la capacidad y la luz de salvaguardar la vida y los valores morales y naturales que la dignidad de las personas demanda y hemos recibido de nuestro Padre Dios.

También estamos rezando un rosario cada día que hacemos normalmente en las primeras horas de la mañana aunque a veces, por premuras de tiempo, lo hacemos en otras horas del día. En el icono de la Virgen, debajo del rosario de todos los viernes, puedes encontrar el rosario correspondiente a cada día.
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viernes, 2 de octubre de 2020

PEDIMOS LA GRACIA DE SER PEQUEÑO

 

HOY A LAS 09:00 HORA PENINSULAR, 08:00 HORA CANARIA, REZO DEL SANTO ROSARIO POR LA DEFENSA Y UNIDAD DE LA VIDA Y LA FAMILIA. ÚNETE A LA HORA QUE PUEDAS Y DESDE DONDE PUEDAS. 

 

No es fácil despojarse de todo aquello que alimenta tu vanidad y enciende tu soberbia. Aspirar a ser el mejor despierta la sed competitiva que almacena el corazón del hombre. Todos, de forma espontánea o inconsciente llevamos delirios de grandeza dentro de nuestro corazones. Y el peligro se hace presente cuando somos conscientes y aceptamos esas aspiraciones con las que nuestros corazones son tentados.

Esas aspiraciones nos mueven a vivir movidos por ese motor - delirios de grandezas -  que nos llevan a considerar a los otros inferiores. Esa es la gran equivocación y la gran herida de nuestro corazón, querer ser grande e importante por la fuerza del poder, de la imposición y las riquezas. Porque, la grandeza de un hombre no está en su poder y riqueza, sino en su humildad y pequeñez.

 Y eso todos lo experimentamos cuando sentimos compasión por estar al lado de los más pequeños e indefensos. Hay una empatía natural por el más indefenso y que no puede hacer nada para defenderse. Es un sentimiento natural que anida en nuestro corazón y que brota de manera espontánea en esos momentos de dolor por el sufrimiento del pequeño e indefenso. 

Por tanto, esos son los preferidos de Dios. Pidamos, pues, la Gracia de abajarnos y sentirnos pequeños, humildes y servidores de los demás. Amén.

lunes, 22 de enero de 2018

RESISTENCIA ANTE LO NUEVO

Nos cuesta salir de nuestro estatus, y eso, en lugar de ser una adversidad nos puede ayudar a vernos tal y como somos. Somos criaturas débiles, fáciles de vencer por nuestro orgullo y soberbia. Somos criaturas pequeñas, con un gran defecto, nuestra propia arrogancia. Deteniéndonos un poco en nuestro pasado, descubrimos la cantidad de enfrentamientos, con nosotros mismos, y con otros por soberbia y orgullo. Sin ninguna razón con sentido común y razonable. Simplemente soberbia y arrogancia.

¿No es eso el pecado? A veces nos cuesta salir de nuestro propio yo. Es decir, de nuestras ideas, de nuestras comodidades, de nuestros proyectos, de nuestra forma de entender la vida, de nuestras ambiciones y planes. Sí, realmente nos cuesta salir, y eso nos impide vernos y aceptarnos. Nuestra salvación empieza por la aceptación de nosotros mismos. Significa eso que si no descubrimos nuestro pecado, "soberbia", estamos perdido. Eso es lo que padecen los demonios, y aquello escribas bajados a Jerusalén que, fuera de sí, consideraron a Jesús como un aliado de Beelzebul y endemoniado.

Es posible que nosotros no consideremos a Jesús como endemoniado. Ni mucho menos consideremos que está aliado con Beelzebul, pero si lo marginamos, lo ignoramos o lo rechazamos estamos muy cerca de considerarlo un loco o endemoniado. Tengamos eso en cuenta y pidamos al Espíritu Santo que nos asista, que para eso ha venido a nosotros en nuestro Bautismo, y nos dé la sabiduría y fortaleza necesaria para abrirnos a su acción. Tengamos confianza y paciencia en el Espíritu de Dios, porque, nos lo ha dicho, todos nuestros pecados nos son perdonados. Su Misericordia es Infinita.

Conviértenos, Señor, y danos la fortaleza y sabiduría de reconocernos pecadores. Conviértenos, Señor, y danos la sabiduría de comprender que nada en este mundo tiene valor para ignorarte y de compensar tu lejanía y tu compañía. Todo lo de aquí abajo es caduco y termina. Nos lo dice San Pablo en la 1ª carta a los corintios de ayer domingo. Apremia estar contigo y estar disponible para abrirnos a tu conversión y creer en tu Palabra. Amén.

jueves, 11 de agosto de 2016

NUESTRA VIDA DEPENDE DEL PERDÓN



Todas nuestras esperanzas descansan en el perdón. Este año, proclamado por el Papa Francisco, como año de la Misericordia, nos marca el camino y el rumbo de lo que tiene que ser nuestra vida. Vida vivida en la Misericordia como el Padre. Y no busquemos otra hoja de ruta, porque esa es la única.

En la parábola del siervo cruel (Mt 18,21—19,1), Jesús nos deja claro cual debe ser nuestra actitud de perdón ante los demás. Porque en esa medida del perdón que estemos dispuestos a dar, así también nosotros seremos perdonados. Y si el Señor nos propone eso, debemos confiar y creer que podemos hacerlo, porque nada imposible nos exigirá nuestro Señor.

Primero, porque en y con el Señor podemos lograr todo lo que nos propongamos siempre que sea su Voluntad. Porque para Él no hay nada imposible. Por lo tanto, esperanzado y confiados, pidamos al Señor que nos llene de su Gracia para estar en disposición de perdonar todas las ofensas recibidas tal y como Él nos perdona a cada uno de nosotros.

Nuestras vidas dependen del perdón. No viviremos en el Señor si no estamos dispuestos a perdonar. Ese es nuestro primer paso de conversión: Decirle al Señor que nos ponemos en sus Manos para que nos moldee como el alfarero y nos transforme nuestro corazón en un corazón nuevo capaz de perdonar todas las ofensas recibidas. Sabemos que, por nosotros mismos, no podemos alcanzarlo, pero sí en el Señor.

Todo nuestro camino está lleno de perdón. Vivimos porque hemos sido perdonadaos por el Señor. Y si observamos, vemos que también hemos recibido mucho perdón en nuestra vida de nuestros padres de la tierra, hermanos, amigos y personas en general. Necesitamos perdonar para ser perdonados. Pero, también sabemos por experiencia, que hay ofensas que nos cuestan mucho perdonar. Nuestra soberbia es la muralla que nos lo impide.

Pidamos al Señor la humildad y la fortaleza de, por la Gracia del Espíritu Santo, superar todos esos obtáculos que generados por nuestra soberbia y egoísmos se resisten a no dejarnos perdonar. Amén.

jueves, 19 de marzo de 2015

CAMBIAME, SEÑOR, EL RUMBO DE MI VIDA



Posiblemente nos pensamos libres, y nos creemos dueños de hacer nuestra voluntad. Y no percibimos, cada día, las enormes cadenas con las que vivimos y a las que estamos sometidos. 

En un instante nos vemos dominados por la soberbia, por la incomprensión, por nuestras ideas y lo que nosotros pensamos. Son nuestros derechos y nuestra manera de ver e interpretar los hechos de los demás lo que prevalece y alrededor de los que debe girar el mundo. Y se nos viene abajo en un momento.

De repente nos vemos en una situación incomprensible, irrazonable e inexplicable. Así me encuentro ahora. No se comprende sino de la poca cosa que somos, del pecado que habita en nosotros y la falta de humildad de la que carecemos. Sólo en Ti, Señor, podemos encontrar refugio, comprensión, perdón y consuelo. Pero también propósitos de enmienda y de convertir nuestra situación.

Supongo que san José pasó por estas experiencias. Experiencias que se repinten una y otra vez en nuestras vidas. Es la lucha de cada día, doblegar nuestra humanidad soberbia donde reside el pecado, y entregártela, Señor. Porque todo se derrumba en mi interior y experimento lo débil y frágil que soy y la miseria que habita dentro de mí. ¿A quién puedo dar ejemplo y convertir? 

Gracias Señor porque estas experiencias, a pesar de lo sangrantes que son, nos sirven para purificarnos, para darnos cuenta de nuestra pequeñez, de nuestras miserias, debilidades y fragilidad. Nos sirven si somos capaces de comprender que sólo Tú eres santo y sólo contigo podemos vencer nuestra soberbia y pecados.

¡Señor!, estas experiencias no están previstas en nuestras vidas. Pienso que a san José le ocurrió igual. Tenemos nuestros planes y, en unos segundos, toda cambia y se vuelve al revés. Y nos quedamos sorprendidos, atormentados, molestos. ¿Qué hacer?

Líbranos, Señor, de nuestra soberbia. Danos paz y paciencia. Purifica nuestro corazón y despójanos de nuestras propias ideas y prejuicios. Aléjanos de nuestros respetos humanos, de nuestra soberbia y llénanos de humildad. Humildad para decir, amén, hágase tu Voluntad.