Nos cuesta salir de nuestro estatus, y eso, en lugar de ser una adversidad nos puede ayudar a vernos tal y como somos. Somos criaturas débiles, fáciles de vencer por nuestro orgullo y soberbia. Somos criaturas pequeñas, con un gran defecto, nuestra propia arrogancia. Deteniéndonos un poco en nuestro pasado, descubrimos la cantidad de enfrentamientos, con nosotros mismos, y con otros por soberbia y orgullo. Sin ninguna razón con sentido común y razonable. Simplemente soberbia y arrogancia.
¿No es eso el pecado? A veces nos cuesta salir de nuestro propio yo. Es decir, de nuestras ideas, de nuestras comodidades, de nuestros proyectos, de nuestra forma de entender la vida, de nuestras ambiciones y planes. Sí, realmente nos cuesta salir, y eso nos impide vernos y aceptarnos. Nuestra salvación empieza por la aceptación de nosotros mismos. Significa eso que si no descubrimos nuestro pecado, "soberbia", estamos perdido. Eso es lo que padecen los demonios, y aquello escribas bajados a Jerusalén que, fuera de sí, consideraron a Jesús como un aliado de Beelzebul y endemoniado.
Es posible que nosotros no consideremos a Jesús como endemoniado. Ni mucho menos consideremos que está aliado con Beelzebul, pero si lo marginamos, lo ignoramos o lo rechazamos estamos muy cerca de considerarlo un loco o endemoniado. Tengamos eso en cuenta y pidamos al Espíritu Santo que nos asista, que para eso ha venido a nosotros en nuestro Bautismo, y nos dé la sabiduría y fortaleza necesaria para abrirnos a su acción. Tengamos confianza y paciencia en el Espíritu de Dios, porque, nos lo ha dicho, todos nuestros pecados nos son perdonados. Su Misericordia es Infinita.
Conviértenos, Señor, y danos la fortaleza y sabiduría de reconocernos pecadores. Conviértenos, Señor, y danos la sabiduría de comprender que nada en este mundo tiene valor para ignorarte y de compensar tu lejanía y tu compañía. Todo lo de aquí abajo es caduco y termina. Nos lo dice San Pablo en la 1ª carta a los corintios de ayer domingo. Apremia estar contigo y estar disponible para abrirnos a tu conversión y creer en tu Palabra. Amén.
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