¡Señor Dios, amado mío! Si todavía te acuerdas de mis... |
pero para eso sé que debo estar preparado, porque la invitación ha salido, pero no sé cuando llegará. Mientras me toca estar atento, preparado y listo para asistir. Y no es fácil porque el mundo tiene muchas distracciones que parecen correctas y hasta son buenas.
Me puedo distraer y despistarme de la cita, y sobre todo no estar listo para la hora exacta en que seré esperado. Necesito tener todo listo, hasta el traje a llevar. Y para eso me hace falta darme cada día, no por interés sino por amor, para que mi traje sea el adecuado y el que el Anfitrión espera.
Por eso, Señor, te pido que no me retires tu invitación y que me ayudes a guardarla en el lugar más visible de mi corazón con el fin tenerla siempre presente. Y que esa presencia tuya sea mi fortaleza, mi roca, mi baluarte, mi refugio y mi memoria para defenderme de las otras invitaciones con minúscula que me tienta y me atraen.
Yo solo quiero conservar la tuya y estar dispuesto y presto a asistir, porque ese banquete es el banquete esperado, el que toda mi vida he esperado y el que me saciará de eterna felicidad en tu presencia. Amén.
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